Netflix ha tenido la virtud, en lo relativo a la producción, de empujar proyectos de diversa envergadura y dar espacio a propuestas provenientes de diferentes rincones del planeta. Es plausible el apoyo y los resultados obtenidos en lo relativo a largometrajes, con hitos como Roma (2018) o El irlandés (The Irishman, 2019); es notable, en algunos casos, el riesgo y el afán de transitar rutas no convencionales (como Okja, por citar un ejemplo). No cabría decir lo mismo de las series, terreno en el que abunda el riesgo, la diversidad narrativa o formal. Al contrario, las series provenientes de diferentes países manifiestan rasgos similares, que es posible rastrear en la tradición de la televisión de Estados Unidos. Así, es factible encontrar asuntos y estrategias similares entre la mexicana Historia de un crimen: Colosio (2019) y la norteamericana Snowpiercer (2020) o la brasileña 3% (2016-2020), por poner un ejemplo. A este paisaje no escapa la francesa Lupin (2021), con todo y el paisaje parisino y el homenaje a un célebre escritor francés: ofrece estructuras y líneas narrativas que hemos visto en más de una serie norteamericana.
Lupin toma el nombre de Arsène Lupin, el célebre ladrón de guante blanco creado por Maurice Leblanc que encabezó numerosas novelas de aventuras. En la serie acompañamos a Assane Diop (Omar Sy), un noir corpulento que creció leyendo las proezas de Lupin y que decide emularlo para reivindicar la memoria de su padre, quien aparentemente se suicidó en prisión luego de ser acusado de un delito que no cometió. Todo arranca con el ingenioso robo de un valioso collar subastado en el museo del Louvre, el cual da pie a las pesquisas policiales y a las explicaciones sobre que sucedió en el pasado. Seguimos a Assane, además, en sus vicisitudes cotidianas, en particular la convivencia con su hijo y con su esposa, de la que está separado.
La serie, según puede leerse en el Internet Movie Database, consta de diez episodios. Sin embargo, a la fecha sólo la mitad está disponible en la plataforma. La dirección se reparte entre cuatro realizadores: Louis Letelier (responsable de Hulk, el hombre increíble), Hugo Gélin (Dos son familia, el remake francés de No se aceptan devoluciones), la franco-chilena Marcela Said y Ludovic Bernard. Hasta donde vamos, la apuesta narrativa y el estilo son convencionales. Ignoro por qué se exhibe en dos partes: no parece que se trate de dos temporadas, pues el quinto capítulo no ofrece un cierre, más bien una interrupción un tanto abrupta.
Con un estilo ágil y una cámara a menudo en mano y en movimiento, a medio camino entre la comedia familiar y el cine policial, la serie ilumina el pasado de Assane por medio de flashbacks, que no son provocados por lo que se vive en el presente; sirven más bien para presentar personajes o explicar su importancia en el pasado. La luz sustenta esta apuesta genérica, y va de la calidez a la frialdad para construir atmósferas que contribuyen a dar verosimilitud y emoción. Los diálogos por momentos son demostrativos, y en más de un pasaje resultan poco espontáneos. En la ruta no faltan las sorpresas, que provienen en su mayoría de las situaciones que provoca el sagaz ladrón y del arsenal maravilloso de habilidades y trucos; tampoco faltan los pasajes predecibles, que hemos visto con frecuencia en las películas norteamericanas, como en Una noche en el museo (Night at the Museum, 2006), en la que el padre sufre para encontrar un empleo y llega tarde cuando le toca hacerse cargo del chamaco (ante la impaciencia de la madre, si bien aquí la relación de Assane con su ex es cálida): para no variar acá también la paternidad es del que la trabaja y debe ganarse el grado.
Justo es comentar la presencia que tiene París y el valor que tiene la literatura. Si bien hay abundantes momentos propicios para el turismo, es más que un escenario de fondo. La literatura no sólo provee las situaciones, sino que se convierte en una clave para elucidar los misterios y explicar los procedimientos de Assane. No menos valioso es el aporte de gracia y simpatía cortesía de Omar Sy, un actor que ha probado sus dotes de bonhomía en más de una cinta (en particular la que lo dio a conocer en el mundo: Amigos), por lo que no resulta tan fuerte cuando surgen situaciones violentas.
Ya veremos si en los capítulos que faltan hay un giro valioso para el comentario.