Hitchcock/Truffaut: diez días que conmovieron al cine

A lo largo de diez días, en agosto de 1962, François Truffaut sostuvo largas entrevistas con Alfred Hitchcock. En ellas revisaron, una por una, las películas realizadas hasta entonces por el segundo. De lo hablado queda constancia en el célebre libro El cine según Hitchcock. De este encuentro y sus consecuencias da cuenta el documental Hitchcock/Truffaut (2015).

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David Fincher

Hitchcock/Truffaut es la cuarta incursión en el documental de Kent Jones, quien ha sido un colaborador habitual de la revista norteamericana Film Comment. El realizador escribió el guión con Serge Toubiana, otrora redactor en jefe de la revista francesa Cahiers du cinéma. La cinta narra, de entrada, las circunstancias y el desarrollo de los encuentros entre el realizador inglés y el francés. Más adelante convoca a una serie de realizadores (Martin Scorsese, David Fincher, Wes Anderson, Kiyoshi Kurosawa, James Gray, Olivier Assayas, Arnaud Desplechin, Richard Linklater) y de realizadores que además han tenido actividades importantes en otros campos (Peter Bogdanovich, autor de libros célebres sobre Orson Welles y John Ford, entre otros; Paul Schrader, responsable del guión de Taxi Driver). Asimismo escuchamos la narración del actor Mathieu Amalric, quien también se ha dado sus vueltas por la realización. Desde la narración y desde los testimonios se comenta el valor del libro de Truffaut y se ventilan algunos pasajes de su biografía y de su filmografía. Pero sobre todo se revisan los aportes del gran Hitchcock. De forma somera se presentan algunos datos biográficos, así como sus temas y sus obsesiones. Mayor atención se dedica a sus procedimientos, a sus aportes técnicos y narrativos. Se alcanza algo de profundidad cuando se habla de Vértigo (Vertigo, 1958) y de Psicosis (Psycho, 1960). Al final recordamos la amistad que unió a Truffaut y Hitchcock, la comunicación que siguieron teniendo a lo largo de los años.

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Hitchcock/Truffaut es un documental convencional que se construye por medio de talking heads, de personas –en este caso, personalidades– que ofrecen su testimonio frente a la cámara (curiosamente Hitchcock reprochaba el uso limitado del sonido en Hollywood, pues las películas se planteaban primordialmente desde el diálogo de cabezas parlantes). Desde la narración aparece información pertinente para contextualizar; desde los testimonios se hace presente el análisis y la valoración. A esto se suman los abundantes aportes de la imagen, pues Jones tiene la virtud de subrayar, matizar o reforzar lo que se dice por medio de fragmentos de las películas a las que hacen alusión Hitchcock, Truffaut o los realizadores convocados, o de pasajes que ilustran conceptos o procedimientos del inglés. Ver el fragmento con su respectivo comentario es uno de los valores de la cinta (el libro propone fotografías), y no sólo porque ilustra lo expuesto, sino porque da cuenta del manejo del tiempo y los espacios del cineasta inglés, una de sus grandes virtudes. En los comentarios de los cineastas puede apreciarse el peso que cada uno concede a Hitchcock y se revela lo que es importante para cada uno de ellos. Assayas, por ejemplo, como buen francés –y como buen crítico de los Cahiers, para la que colaboró– hace una comparación entre el estilo funcional de Truffaut y la exquisitez de Hitchcock, a quien considera “un teórico del espacio”. Scorsese, quien maneja la técnica como ninguno, reflexiona sobre el ángulo del plano y sus implicaciones en la narración. Fincher aplaude el montaje y subraya que “la actuación es una gran parte de hacer películas, pero no es la única”. Se construye así una extraordinaria lección de cine, otra (considerando que el libro ya lo era), sumamente instructiva.

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Olivier Assayas

Al conocimiento y la emoción hacen una contribución importante los materiales de archivo. Y así como es maravilloso escuchar en la grabación original las voces de Hitchcock, Truffaut y la intérprete, Helen Scott (del encuentro no hay filmaciones; para la historia quedaron las fotografías de Philippe Halsman), no lo es menos ver a los críticos de los Cahiers en la redacción de la revista, por la que desfilan Jean-Luc Godard, Éric Rohmer, Claude Chabrol y, por supuesto, el “gurú” André Bazin. No está de más anotar que también aparecen los diseños para intertítulos de películas silentes que hizo Hitchcock en sus inicios. Mención aparte merece el emotivo pietaje del homenaje que le brindó al inglés el American Film Institute, donde Truffaut dice: “En Estados Unidos llaman a este hombre Hitch, en Francia nosotros lo llamamos Monsieur Hitchcock”.

El cine según Hitchcock buscaba convencer a los críticos norteamericanos sobre el valor de la obra de Hitchcock, hacerles ver su error al discriminar a un artista del séptimo arte, un verdadero autor, sólo porque era exitoso. Hitchcock/Truffaut es una especie de puesta al día pertinente para el conocedor de la obra y milagros del inglés y del francés (para afirmar y ampliar los conocimientos que ya se tenían) y para poner al alcance de las nuevas generaciones la obra de ambos y ofrecerles argumentos para una valoración amplia. El documental revaloriza, desde la especificidad de la realización cinematográfica (y es un gran acierto congregar testimonios, únicamente de realizadores), a Hitchcock, a Truffaut.

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James Gray

Jones intenta explorar aristas biográficas para entender a Truffaut, para explicar a Hitchcock. Se ocupa de las contrariedades del primero, de los temas del segundo. En ambos frentes su labor queda corta. La profundidad aparece cuando se habla de cine: de puesta en cámara, de puesta en escena, de montaje, de sonido. Y lo expuesto además de ser educativo es bastante emocionante.

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