Bad Boys para siempre: como cinta de acción es una pobre comedia

Will Smith se está convirtiendo en una presencia habitual en la cartelera. En el último año lo vimos en Proyecto Géminis (Gemini Man, 2019) y en Aladdin (2019) y lo oímos en la animación Espías a escondidas (Spies in Disguise, 2019). Ahora lo vemos y lo oímos en la tercera entrega de la franquicia Bad Boys. El registro del actor no es particularmente amplio, por lo que su presencia en pantalla es básicamente una serie de repeticiones, y tiende a la saturación: Will Smith tiene una gran capacidad para dar vida en pantalla… a Will Smith. Así que uno no debería sorprenderse de lo que el “nuevo rollo” de la mentada franquicia termina por entregar.

Bad Boys para siempre (Bad Boys for Life, 2020) acompaña a los veteranos detectives Mike Lowrey (Smith) y Marcus Burnett (Martin Lawrence). Este último encara el retiro para convertirse en un abuelo rutinario. Lowery, por su parte, se aferra a su trabajo. Y debe enfrentar la amenaza de un enemigo del pasado, la jefa de un cártel mexicano (Kate del Castillo).

Los responsables de la entrega son los belgas Adil El Arbi y Bilall Fallah (que firman como Adil & Bilall). El tándem echa mano del arsenal videoclipero y de algunos recursos narrativos del cine de acción. Proponen una cinta vertiginosa que lo mismo se sustenta en el corte frenético y emplazamientos sugerentes que en abundantes cámaras lentas y grandes planos generales, pertinentes para ubicar la acción en Miami y en Ciudad de México (estrategia que sirve para el dar respiros al ritmo y que se traduce en publicidad turística, dicho sea de paso). Su puesta en cámara, no obstante, resulta rutinaria. La luz, cortesía del cinefotógrafo Robrecht Heyvaert (también belga y colaborador habitual de los realizadores), se caracteriza por una constante calidez, subrayada por un filtro amarillo.

Ail y Bilall constuyen una buddy cop, es decir, una película de cuates policías. Transitan de la comedia a la acción con discreción, con todo y el mentado efectismo videoclipero. Así, insertan chistes en persecuciones y peleas (¿o peleas y persecuciones en los chistes?). El cambio de tono (del humor al vértigo ¿y al drama?) es poco afortunado al hacer un balance. Porque por más que se prodigan muertes por aquí y por allá, explosiones y balaceras, el asunto criminal, la acción y la historia que empuja resultan completamente irrelevantes. La cinta termina por entregar una colección de sketches al estilo televisivo. Para acabarla, se fusilan al Proyecto Géminis en el giro final (queda claro que a la industria le urge una réplica joven de Smith). Si bien es cierto que algunos chistes funcionan (porque la repetición tiene sus límites y va perdiendo gracia) las dos horas de duración cansan y son un abuso de confianza con el espectador. En conclusión, como película de acción Bad Boys para siempre es una pobre comedia. Y ya amenazan con otra secuela.

 

Calificación 50%

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