¿Qué es una buena película? VII

La serie “¿Qué es una buena película?” cierra con broche de oro con las colaboraciones, por último y al final (¡por fin!), de Alejandro Aguirre, Ernesto Rodríguez y Juan Pablo. Las reflexiones que conforman ésta y las entregas previas ofrecen coordenadas valiosísimas para apreciar una película: al goce de ver cine, la serie aporta la reflexión para hacer una mejor evaluación.

 Rosetta

Alejandro Aguirre Riveros, 31 años, escritor

Una buena película es aquélla que te cambia como persona. Por eso son tan escasas: porque la mayoría están diseñadas para entretener a toda costa evadiendo cualquier argumento que te haga cuestionar tu realidad. Pero también ahí radica la belleza del cine: no importa qué tanto dinero gaste Hollywood en efectos especiales y explosiones, jamás podrá competir contra las producciones de bajo presupuesto y su decisiva odisea por narrar una buena historia. El cine, como todo arte, es un espejo en el que debemos vernos sin miedo a encontrar nuestros defectos, porque en ellos hay una oportunidad de crecimiento. En cambio, si nos conformarnos con engañarnos bajo una mirada narcisista, corremos el riesgo de morir ahogados ante tan magnífico reflejo. O peor aún: ser víctimas incautas de la más terrible propaganda. Después de todo, así como dicen que eres lo que comes, también acabas siendo el cine que ves.

 

 Double_Indemnity

Ernesto Rodríguez Barrera, 60 años, Programador Cineforo U. de G.

El visionar una película es para mí un acto totalmente onanista; y se verá reflejado en cómo catalogue la cinta vista, y todo esto condicionado por el estado de ánimo, tanto físico como mental, con el que haya acometido este acto.

Es claro que los elementos que forman parte de una película, como son: dirección, fotografía, música, actuación, sonido, guión, vestuario, todos ellos en conjunto me condicionan a determinar si una cinta es buena o si, por el contrario, es una propuesta con la que permanezco indiferente.

A mí parecer son fundamentales tanto la dirección como el guión, los otros elementos nada más aderezan el pastel, en ocasiones de manera formidable y, en otras, hasta hacer que uno permanezca indiferente ante lo que ha visto.

Por lo general intento catalogar lo que he visto de la siguiente manera: excelente, muy buena, buena, regular y mala (esta última calificación podría tener un sin fin de variantes, pero a final de cuenta redunda en algo que no me ha aportado nada).

He decidido catalogar mis películas favoritas (las cuales a mi entender son excelentes) en dos partes, de acuerdo a mis años de existencia, y sin que sean una lista definitiva ni excluyente, sino con un largo etcétera. He de comentar también que mis segundos 30 años han estado condicionados por esa maravilla llamada vídeo, que nos ha permitido conocer un sinfín de cintas que de otra manera jamás hubiéramos visionado.

MIS PRIMEROS 30 AÑOS:

El padrino (Coppola)

El padrino II (Coppola)

Érase una vez en América (Leone)

Lo que el viento se llevó (Fleming)

Casablanca (Curtiz)

Peeping Tom ( Powell)

Él (Buñuel)

Atrapado sin salida (Forman)

El castillo de la pureza (Ripstein)

Encuentro de dos mundos (Roeg)

Más corazón que odio (Ford)

Canoa (Cazals)

La ventana indiscreta (Hitchcock)

Dos extraños amantes ( Allen )

Rashomon (Kurosawa)

Perros de paja (Peckinpah)

El día del chacal (Zinnemann)

Tuyo es mi corazón (Hitchcock)

Él

Mis segundos  30 años:

Blow up (Antonioni)

El bazar de las sorpresas (Lubistch)

Luna amarga (Polanski)

Sed de mal (Welles)

Hable con ella (Almodóvar)

Pacto de sangre (Wilder)

Tumba al ras de la tierra (Boyle)

Palabras al viento (Sirk)

Cantando bajo la lluvia (Donen, Kelly)

Los imperdonables (Eastwood)

Amores perros (Iñárritu)

Sexo, mentiras y vídeo (Soderbergh)

Sueños, misterios y secretos (Lynch)

Cinema Paradiso (Tornatore)

Mucho más que un crimen (Gavras)

Extraños placeres (Cronnenberg)

 

Taxi

Juan Pablo Balcells, 36 años, sociólogo, conductor del programa de cine Proyector (lunes y viernes 4 a 5 PM Jalisco Radio)

De entrada no sé, es una duda enorme, como cuando San Agustín reflexiona sobre qué es el tiempo: “¿qué es el tiempo? pues si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicarlo no lo sé….” (San Agustín de Hipona. cfr. Confesiones. xl, 14, 17).

Pues eso. Ahora bien, hay películas que nos sorprendieron de jóvenes y ahora no nos dicen nada. Algunas felizmente atraviesan ese umbral del tiempo y nos hacen vibrar. La haine (1995) de Mathieu Kassovitz me sacudió de una manera que hasta ahora siento su eco… Tenía y tiene una vitalidad en su puesta en escena, en cámara y fotografía, guión y personajes que de cuando en cuando recurro a ella para volver a sorprenderme. Las películas, como las grandes obras, te tienen que sacudir en lo más profundo. No puedes volver a ser el mismo después de ver Taxi driver de Scorsese, Sin aliento de Godard o Los olvidados de Buñuel. Solamente este pequeño y arbitrario muestrario para poner un ejemplo.

Como en la literatura el leer un best seller sirve para “desempanzarse”, para seguir leyendo por ejemplo: Joyce, Dostoievski, Kafka, hay también películas para el “desempance” y llegar a otras películas.

Para mí una buen película es como el corpus del juego oriental jenga: si tú le quitas una pieza se mantiene en pie. Si a una buena película le quitas la música y se sostiene, es una buena película; si le quitas las actuaciones y se mantiene, es una buena película; si le quitas la foto o el guión y se mantiene, ésa es una buena película. Por eso mucha gente compara al cine con la ópera; son artes donde hay otras artes involucradas, y cuya suma hace de ellas una experiencia única (vestuario, música, actuación, tecnología, etc.) y que por cierto además de mucha gente involucrada, su producción representa altos costos económicos.

La haine

El misterio sigue ahí: ¿por qué a algunas películas se les aplaude durante un par de años, pero luego a nadie le importan, y sin embargo otras películas a la vuelta 20 o 30 años se convierten en clásicos o influyen a otros cineastas que las reconocen como obras maestras.

*

P.S. Estos son reflexiones, atisbos y acercamientos.

Agradezco a Hugo Hernández por invitarme a escribir estas líneas y desde aquí ofrezco una disculpa por tardarme tanto tiempo en escribirlas.

P.S.II De todas las reflexiones anteriores, tengo una simpatía por dos: la de Francisco Payó González y la de Hugo Hernández.

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