Maléfica regresa… con buenas intenciones

Para Disney fantasía es sinónimo de irrealidad, y al final con Disney todo queda en la fantasía. Incluso cuando es perceptible la clara intención de hacer comentarios sobre la realidad, y de romper con sus privilegiadas fuentes de inspiración (los cuentos infantiles); incluso después de incorporar a su imperio a Pixar, que ha hecho evolucionar los estándares de la animación y ha ampliado el interés por ésta a públicos no infantiles. La impronta se impone, como podemos constatar en Maléfica: dueña del mal (Maleficent: Mistress of Evil, 2019), la entrega más reciente del estudio del ratón Miguelito.

Estamos ante la segunda aventura norteamericana del noruego Joachim Rønning, quien ofreció buenas cuentas con Un viaje fantástico (Kon Tiki, 2012) y no tan buenas con Piratas del Caribe: la venganza de Salazar (Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales, 2017). Es, también, el segundo rollo protagonizado por el personaje epónimo (a quien da vida Angelina Jolie). Ahora Aurora (Elle Fanning), su hija adoptiva y princesa- por-supuesto ha recibido el anillo de compromiso de Philip (Harris Dickinson), el príncipe-por-supuesto. Maléfica entra en conflicto, sobre todo cuando es invitada al palacio del novio a cenar con los padres de él. Entonces descubrimos dónde están los malos…

Rønning entrega una puesta en cámara decente. En más de un momento los movimientos dan ritmo y resultan tan estimulantes como emocionantes. Aprovecha una puesta en escena convincente y elocuente: la luz, los vestuarios y maquillajes de Disney por lo general construyen con solvencia ambientes espectaculares en los que se sustenta la fantasía; aquí no es la excepción. La banda sonora no es particularmente fantástica, y las músicas de Geoff Zanelli, bastante presentes para apoyar la historia y las emociones, tampoco ofrecen mucha singularidad. En lo formal, así, la cinta es tan entretenida como convencional.

Rønning aprovecha las vicisitudes de su historia para mostrar cómo se puede sembrar el odio desde el poder, cómo se crean enemigos aprovechando los prejuicios, cómo se alimenta el miedo de la población para materializar maniqueos y mañosos planes (sí, el comentario va para ya sabemos quién: el huésped de la Casa Blanca ¿Nieves?). Maléfica: dueña del mal hace comentarios que resultan tibios sobre los tiempos que corren en Estados Unidos. Tiene buenas intenciones, porque el objetivo es invitar a la paz, mostrar cómo la enemistad es producto de la manipulación; incluso muestra cómo los cuentos –sobre los que Disney ha construido su imperio– son puros cuentos. Pero es tibia en sus resultados. Porque si la película es entretenida la historia es anodina y la fantasía sigue apostando por la irrealidad, porque los comentarios quedan en las palabras más que en los hechos. Y porque al final Disney es Disney, y el príncipe, que es medio inútil, resulta ser el héroe; y aunque se ensucia, sangra y sufre, la princesa… es la princesa.

 

Calificación 50%

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