Después de la presentación exitosa de los primeros cinco capítulos, la temporada 1 de Lupin (2021) –serie de Netflix inspirada en el personaje y las novelas de Maurice Leblanc– llega a su fin con otras cinco entregas. Después de la interrupción en un punto álgido –el secuestro del hijo del protagonista– seguimos las aventuras de Assane Diop (Omar Sy) no sólo para rescatar a su chamaco, sino para limpiar la memoria de su padre, a quien se acusó de robo y que supuestamente se suicidó en prisión.
Los capítulos 6 y 7 son dirigidos por Ludovic Bernard; los restantes (8, 9 y 10) corrieron por cuenta de Hugo Gélin (responsable, recordemos, de Dos son familia, el remake francés de No se aceptan devoluciones de Eugenio Derbez). En general la apuesta estilística no cambia: cámara ágil, a menudo en mano, una puesta en escena que presenta ambientes distintos y distantes, con luces cálidas y amplias panorámicas que redundan en un París bastante lucidor. El buen ritmo permite que los capítulos fluyan de buena forma. En conclusión: el entretenimiento está garantizado.
Justo es comentar que las peripecias de Assane van perdiendo sorpresa y gracia, pues las circunstancias son adversas y conforme pasan los días sus recursos se ven disminuidos. La gravedad, que estaba presente en pequeñas dosis, ahora va ganando terreno (incluso mediante un guiño a Batman). El asunto romanesco, que en la primera parte lidiaba de buena forma con la verosimilitud, ahora pierde aliento. Hay más de un pasaje, que gira alrededor de un nuevo personaje, que es brillante en el primer terreno pero que es difícil de creer. Sin ánimo de hacer spoiler alguno, es pertinente hacer una pregunta: ¿a poco un hombre maduro, malévolo y rico, desconfiado, emprendería proyectos financieros facinerosos con un recién llegado?
Mejores cuentas arroja Lupin en lo referente a la vida sentimental de Assane. Si bien sigue jugándose con los parámetros norteamericanos de la paternidad irresponsable (ser padre es algo que se merece; la maternidad no se cuestiona ni siquiera cuando existe una traición), justo es comentar que se hacen presentes dosis de ambigüedad valiosas: en el corazoncito de Assane hay pulsiones y pulsaciones por otra mujer.
La primera temporada de Lupin cierra de buena forma (mención aparte merece el planosecuencia que inaugura el último capítulo, dicho sea de paso). Deja abierta la puerta de forma no muy discreta para la segunda. Ya veremos qué sigue…
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