Furiosa es briosa

Nueve años después de la maravillosa Mad Max: Furia en el camino (Mad Max: Fury Road, 2015), el australiano George Miller vuelve a la franquicia –que, dicho sea de paso, constituye lo más sólido de su filmografía– con Furiosa: de la saga Mad Max (Furiosa: A Mad Max Saga, 2024), la quinta entrega de la saga Mad Max. La historia de ésta se ubica en el pretérito de aquélla y da cuenta del origen y vicisitudes de Imperator Furiosa (a la que dio vida Charlize Theron), la heroína manca que tanto brilló en la entrega anterior. El resultado, una vez más, es notable: Furiosa es briosa.

Furiosa regresa al paisaje miserable y violento que expuso Mad Max: Furia en el camino. Da cuenta de la vida en el Yermo, que presenta tres polos de poder: uno produce alimentos, otro, combustible y el tercero, balas. La opresión, la violencia y el abuso constituyen una forma de vida. Las necesidades humanas se ubican en los dos primeros escalones de la célebre pirámide de Maslow: la sobrevivencia y la seguridad. La acción inicia en la infancia del personaje epónimo (interpretado por Alyla Browne), quien es capturada, después de una imprudencia suya, por una banda de motoristas. La comunidad de la que ella procede ha conseguido ser viable y convive con armonía, por lo que es imperioso mantener en secreto su ubicación. En consecuencia, hacen todo lo posible por no revelarla. A lo largo de años de cautiverio la joven Furiosa (Anya Taylor-Joy), por su parte, hace lo que está a su alcance y no pierde la esperanza de regresar con los suyos, cual Gretel sin Hansel.

Miller vuelve a entregar un espectáculo prodigioso, al cual contribuyen de buena forma una puesta en cámara clara y elegante –con emplazamientos sorprendentes y movimientos apasionantes–; una puesta en escena prodigiosa –con vestuarios y maquillajes estrafalarios–; unas músicas poderosas y un montaje que potencia el vértigo y la fuerza del estilo. Si bien es cierto que en algunos momentos la velocidad de los movimientos o desplazamientos no parece natural y pone en entredicho la verosimilitud de los eventos, en términos generales el registro de la acción es tan claro como potente. En este terreno el balance es tan bueno como en Mad Max: Furia en el camino. Lo dicho, Furiosa es briosa.

Miller consigue una cinta en la que la acción apoya la sustancia y la sustancia empuja la acción. Las largas secuencias de enfrentamientos y persecuciones dan densidad a los grandes asuntos que aborda la historia: la terquedad de la esperanza en un mundo apocalíptico, el recordatorio de la fragilidad humana a pesar de sus robustas y destructoras creaciones, el valor de los que apuestan por la vida en un paisaje de muerte. Ahora que se aplica la etiqueta de “sobreviviente” a personas cuya sobrevivencia no estuvo en riesgo, es conveniente no sólo poner al término en su justo término, sino recordar qué es lo esencial en un mundo que se cae a pedazos. Es, justamente, lo que hace Miller.

La saga de Mad Max sigue exhibiendo con punch una paradoja de la civilización humana. Al presentar un paisaje gore, un desfile de personajes que parecen emerger de una mala película de Halloween, al maquillar a la fauna que desfila por la pantalla, ha conseguido quitar el maquillaje de la civilización; al enmascararla la ha desenmascarado. Pero no hay pintura que alcance para disimular la abyección que cabe en lo humano. A menudo se define lo humano primordialmente por las virtudes de algunos individuos de la especie. De ser así, se diría que Mad Max exhibe a seres humanos que han perdido su humanidad (particularmente ellos, empeñados en sus guerritas; ellas siguen siendo la esperanza de la vida). Pero como bien sabemos (y como Salman Rushdie apunta en su libro Cuchillo) en lo humano caben extremos de filantropía y vileza, de bondad y ruindad. Así que lo que muestra la saga de Mad Max es justamente lo humano (acaso Federico añadiría un eco enfatizador: demasiado humano).

Un villano (con spoilers)

Por medio de Dementus (Chris Hemsworth) se plantea lo que, para mi gusto, es el tema más importante de Furiosa: de la saga Mad Max. Es éste el villano que apresa a Furiosa y la conserva como una especie de mascota/hija. Es cruel y su sed de poder es infinita. Al final, cuando es capturado y torturado por Furiosa, confiesa cómo a él también le fueron arrebatados con violencia sus seres queridos. Y vive adolorido, y lo que hace cotidianamente es una dinámica para aplacar el dolor: el cinismo como terapia y posibilidad de seguir viviendo. Al recibir el castigo de Furiosa se abren, entonces, una serie de cuestiones. ¿Es posible aspirar a algo parecido a la justicia en un paisaje en el que el otro no es visto como un ser humano? ¿Al maltratar al maltratador (Dementus), el castigador (Furiosa) está haciendo algo más que satisfacer su propia sed de venganza? Porque, en lo que toca a ella, de lo que se trata es de propinar un dolor proporcional o mayor al que ella recibió. ¿Es posible alimentar la esperanza cuando se ha consumido la posibilidad de tener alguna consideración positiva por el otro? Al final, Dementus padece más dolor, lo cual está entre sus expectativas, y su muerte es un descanso. ¿Y Furiosa?

Calificación 85%
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