El todo en la teoría y el amor en la práctica

El británico James Marsh es conocido en México por su brillante documental El hombre en el alambre (Man on Wire, 2008). En La teoría del todo (The Theory of Everything, 2014), su más reciente entrega, se pasea por los terrenos de la ficción, por los del cine biográfico, y ventila pasajes poco conocidos de la vida del célebre científico Stephen Hawking.

theory of everytining

La teoría del todo se inspira en un libro de Jane Hawking, quien fuera esposa de Stephen y madre de sus tres hijos. Inicia en 1963, cuando ambos se conocen, los acompaña durante el noviazgo, el matrimonio y un poco más. Da cuenta del apasionamiento temprano, del apoyo posterior, pero también del distanciamiento. Asimismo registra el diagnóstico de la enfermedad del científico, su deterioro físico –de la pérdida de la movilidad a la pérdida del habla– y su actividad como físico, astrofísico y divulgador.

Marsh imprime a su propuesta algunas dosis de sensiblería, si bien apuesta por la suavidad para dar cuenta de las vicisitudes que vivieron los Hawking. En éstas está el peso mayor de la cinta, pero también en la convivencia entre un hombre cuyo cuerpo inerte se convierte en un obstáculo para llevar una vida familiar “normal”. El guión deja ver la dedicación de Jane y esboza las diferentes manifestaciones de su afecto por su marido (queda claro desde la perspectiva de quién se hace el relato); no obstante, se ventilan de manera soterrada (¿involuntaria?) algunas aristas cuestionables –por lo menos– desde la ética. Cuando Stephen se entera de su enfermedad y el futuro que le espera decide terminar su relación. Pero ella se empeña en permanecer con él porque “lo ama; y él la ama” (¿qué más en el nombre del amor?): una decisión ¿compartida? de consecuencias previsibles. En adelante pareciera que es ella la que toma las decisiones importantes en su vida, como casarse y reproducirse. Todo, dentro de lo que se esboza como una cálida historia de amor. Pero el egoísmo pasa la factura –y la excepcionalidad sólo permanece en el cerebro de Stephen– y el conflicto que se veía venir tiene lugar: hacerse cargo del marido, de los hijos y el hogar impacta frontalmente en los afectos. Y si bien Hawking expresa sus emociones en algunas ocasiones, sobre todo es un espectador. (Para cuando llega la separación se echa mano de un subterfugio: hay otra persona que se hace cargo del científico).

Theory of everything 2

Entre los asuntos conyugales se filtran los aportes de Hawking a la comprensión del universo, su afán por concebir una teoría que explique lo macro y lo micro –como sugiere el título– y se exprese en una ecuación “bella y elegante”; se presenta de forma didáctica su teoría del inicio del tiempo y cómo la idea surgió de un encuentro con Roger Penrose. De la relevancia de su trabajo, así como de su sentido del humor, nos dejan constancia en más de una ocasión; de su mente brillante no queda la menor duda. Pero al final no hay mayor relación entre la vida personal y la profesional: tampoco aquí hay una teoría del todo. Al final Marsh entrega una película convencional sobre un personaje no convencional.

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