Cinco cosas que amo/odio de ti IV: los escritores van al cine 1/2

En una entrevista publicada en junio de 2015 en la revista Caimán cuadernos de cine, el escritor italiano Claudio Magris refrenda su pasión por el cine: confiesa que hubiera querido ser director y reconoce dos cosas que “le debe” al séptimo arte: “el sentido de la sintaxis” y “algunas de las emociones verdaderamente importantes” de su vida. Relata su paso por algunas salas: un cineclub de Trieste, un cine de Turín, en particular una anécdota que tuvo lugar en el cine Metropol. Magris concluye la entrevista comentando que para él “el cine significa todavía ir al cine, a la sala”. Comenta que dicho espacio “entra” en él y olvida “la sala”.

Desde sus inicios el cine fue para los escritores más que una curiosidad. Por gusto o por trabajo, asistían a los nuevos espacios y al nuevo espectáculo y, aun sin un lenguaje apropiado (que, por lo demás, estaba “en construcción”) dieron cuenta de sus impresiones y sus valoraciones. En 1896 José Juan Tablada escribió para el periódico El Nacional sobre los cortos de Lumière que vio. Al final de la experiencia no dudó en hacer un pronóstico osado (y a la larga, errado): comenta que si a los procedimientos “ahí empleados se añadiera el fonógrafo, el espectáculo sería maravilloso; en adelante, con un aparato así se hará la historia y nuestros postreros verán vivos y palpitantes los episodios más notables de las naciones, suprimiéndose el libro… por inútil”. Para la posteridad han quedado, entre muchas otras, las valiosas reflexiones que Horacio Quiroga haría desde 1918. Aplausos aparte merece Guillermo Cabrera Infante, el escritor que mejor ha escrito sobre cine en español.

Sirva esta introducción para dar cuenta de lo que los escritores deben al cine y de lo que el cine debe a los escritores. Cinexcepción.mx está en deuda ahora con un grupo de ellos que han colaborado generosamente con sus respuestas sobre lo que les gusta y les disgusta de ir a la sala oscura. Ya parece disco rayado, pero no por eso deja de ser cierto: como en las entregas anteriores de la serie, las respuestas de los invitados no tienen desperdicio.

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Gerardo Gutiérrez Cham. Escritor e investigador.

Cinco razones por las que me gusta ir al cine:

1.- Disfrutar una buena película en salas de cine puede ser una experiencia muy intensa, tanto por las dimensiones de la pantalla, como por la calidad del sonido, cada vez vez más envolvente.

2.- La sala de cine puede ser buen pretexto para pasar una tarde agradable con buena compañía. Hasta donde dé la imaginación.

3.- Ir a una sala de cine tiene algo de ritual lúdico.

4.- Hay cierto placer catártico en compartir emociones estéticas con otras personas.

5.- Cuando hay festivales se pueden disfrutar excelentes películas en salas de cine.

Cinco razones, tal vez válidas para no ir a una sala de cine:

1.- La obligada paliza de comerciales insulsos y sumamente estridentes a soportar, por lo menos durante quince minutos.

2.- En ocasiones se vuelve pesado tener que aguantar comentarios y pláticas de vecinos de asiento. Lo mismo sucede con todos esos ruidos de frituras y gorgoreos que, en ocasiones, erizan los nervios.

3.- A veces no es posible mantener una buena sintonía receptiva entre toses, chirridos y hasta gases intestinales que se cuelan por debajo de los asientos.

4.- Los precios de ingreso a salas comerciales, han llegado a ser un tanto prohibitivos, especialmente si se trata de una salida en familia o con gorriones de por medio.

5.- También son groseros los precios tan elevados de cualquier cosa para masticar o beber.

En ocasiones prefiero ver películas en otros medios, debido a las ventajas que ofrece la tecnología más personalizada. De este modo puedo detener, retroceder, o adelantar una película una película sin molestar a nadie. Además, la experiencia de ver buen cine a solas suele ser bastante grata.

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José Israel Carranza. 43 años. Ensayista, periodista, editor y profesor.

Cinco razones por las que me gusta ir al cine:

1.- Por el encantamiento que hay en omitirse por un rato de la famosa realidad para ingresar a la de la película: el mundo puede ponerse en pausa (como ocurre con los sueños), y bien podría dejar de existir, sin que ello signifique mayor problema. Por algo decía Bioy Casares que a él le habría gustado pasar el fin del mundo metido en un cine.

2.- Por la plenitud del sonido, particularmente cuando hay música en las películas. La música me importa mucho.

3.- Por los aspectos rituales de la excursión: es una celebración cuyo cumplimiento precisa de la observancia de una serie de pasos (desde las filas, la compra del boleto, el aprovisionamiento de golosinas, la búsqueda de la butaca idónea, hasta la proyección misma, anuncios incluidos) que disponen al espectador para ingresar a una suerte de trance maravilloso.

4.- Porque, en la oscuridad, uno puede librarse sin pudor a la efusión de emociones básicas.

5.- Por el carácter infantil de toda la experiencia. Así la película que se vea sea oscura, aterradora o tristísima, es siempre una aventura de consistencia eminentemente lúdica que recuerda (que me recuerda) las aventuras mejores de la niñez. Por eso estoy de acuerdo en que el cine es mejor que la vida, como dijo aquél.

Cinco cosas que detesto de ir al cine:

1.- Que haya gente. Una vez me tocó ver Ciudadano Kane con todo el Cine Tonallan para mí solo. Ha sido la mejor experiencia que he tenido en la vida.

2.- Que la gente platique.

3.- Que la gente no acalle sus celulares.

4.- Que sea tan caro todo.

5.- La escasa posibilidad de elección que se brinda: cuando por fin me animo a ir, es difícil que pueda ver la película que quiero a la hora que puedo y en el cine que me queda a la mano, porque la mayoría de las salas están tomadas por un puñado de títulos indeseables.

¿Me gusta más ver películas por otro medio?

Cada vez más frecuentemente, no tengo más remedio. O no dispongo del tiempo o del ánimo para ir al cine, o hago desidia y la película que me habría gustado ver ahí ya la retiraron. Uso sobre todo los servicios de streaming (Netflix, PopcornTime), porque me resultan más accesibles, en todos los sentidos: es más barato, más cómodo, puedo ver lo que quiera cuando me dé la gana. Pero no dejo de sentirme privado de las felicidades enumeradas más arriba.

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