Bob Marley: la leyenda o, más bien, Bob Marley: la hagiografía

Bob Marley: la leyenda (Bob Marley: One Love, 2024) me emocionó y me puso de buen humor. Nada más natural. Con el reggae sucede lo que decía Guillermo Cabrera Infante del musical: nació para la felicidad del espectador; en este caso, del escucha. Y por la cinta circulan las canciones más populares del músico del título –el ícono de ese género– que son alegres hasta cuando son lamentos. ¿Eso alcanza para considerarla una buena película? En absoluto.

Bob Marley: la leyenda es la más reciente entrega del neoyorquino Reinaldo Marcus Green, quien entregó buenas cuentas en El método Williams (King Richard, 2021). Como en esta última, el realizador transita por los terrenos del cine biográfico y va tras las huellas del popular músico jamaiquino (interpretado por Kingsley Ben-Adir). Rompe con el relato lineal, y los saltos en el tiempo son pertinentes para revisar episodios que el protagonista vivió en su niñez y en su madurez. En la ruta da cuenta del crecimiento musical con su agrupación, The Wailers, y de la relación con Rita (Lashana Lynch), su pareja.

Green propone una cinta convencional y hace lo que puede con un guión que cabría calificar como perezoso. Desde el inicio la ausencia de trabajo creativo es evidente: comienza con información sobre la situación de Jamaica en los años setenta por medio de frases en pantalla, recurso que normalmente se utiliza al final para dar cuenta de lo que sucede después de lo expuesto en la cinta. Luego nos lleva por la vida y milagros del buen Marley hasta su temprana muerte (a los 36 años). Presenta en algún momento un conflicto quasi conyugal, pero sin desarrollo ostensible. Al final hay poco que consignar en lo relativo al estilo y aún menos en el renglón de la narrativa. Me temo que toda la emoción viene de las canciones.

Green da cuenta del Marley público, el que asumió un compromiso con su realidad y plasmó su ideario en sus canciones (las cuales se ocupan a menudo de temas políticos y en buena medida cabría considerar como música de protesta). En menor medida explora al Marley íntimo o al músico en sus procesos creativos. En esencia la información presentada es más bien conocida. Para mayores iluminaciones sobre el músico y el hombre habría que ir al documental de Kevin McDonald, Marley (2012).

Me temo que el realizador es demasiado respetuoso y se afana en reproducir la imagen oficial; recicla lugares comunes sobre Marley y termina entregando un héroe de cartón piedra, como la mayor parte de los héroes de la historia latinoamericana. Green no toca al buen Bob ni con la melodía de una infidencia. Acaso más reprochable resulta el hecho de que no presenta una visión personal sobre el personaje. Tampoco parece haber un asunto que le de vigencia o que termine haciendo un comentario sobre los conservadores tiempos que corren. Así, al final me parece que Marley está más cerca del santo que de la leyenda, por lo que el título más adecuado no es Bob Marley: la leyenda, sino Bob Marley: la hagiografía.

Calificación 65%
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