Descubrí el canal de televisión ARTE hace 27 años en Toulouse. Me llamó la atención la programación que dedicaron una noche a Atom Egoyan, un realizador que por entonces me provocaba dosis similares de fascinación e intriga y cuyas cintas rara vez llegaban a México. En esa ocasión pude ver una larga entrevista con el realizador canadiense y Calendario (Calendar, 1993), película conformada por una serie de viñetas protagonizadas por un fotógrafo y su esposa (que son interpretados por Egoyan y Arsinée Khanjian). Me encantó el abordaje que hicieron de la obra de un cineasta que años atrás había competido en Berlín con Escenas familiares (Family Viewing, 1987) y luego, a partir de Exótica (Exotica, 1994), se convertiría en un invitado frecuente del festival de Cannes. La sesión, en televisión, fue reveladora… y emocionante. Recientemente redescubrí ARTE, aquí y ahora; y la experiencia no ha sido menos emocionante.
ARTE (Association Relative à la Télévision Européenne) es, de acuerdo con lo que puede leerse en su sitio de internet, una cadena pública cultural y europea con sede en Estrasburgo. 85% de los programas se produce en Europa y 70% de la población europea puede verla en su idioma. La administración es compartida por Francia y Alemania (y en las producciones se habla francés y alemán) e inició sus emisiones en mayo de 1992. Desde entonces se ha convertido en una referencia en la televisión cultural en Europa y el mundo. Con toda justicia.
Felizmente ARTE aparece como aplicación en las televisiones inteligentes, y si bien en su programación no hay películas de ficción, sí presenta una variada oferta que se puede ver de forma gratuita. En conjunto, las categorías en las que se organiza (Política y sociedad, Cultura y pop, Ciencias, Saber y exploración e Historia; asimismo, existe un amplio catálogo musical en el apartado ARTEConcert) hacen de ARTE un canal cultural a carta cabal. La concepción de cultura (ese terminajo de las diez mil definiciones, tan acomodaticio) de esta cadena va más allá de lo que tradicionalmente se entiende por él en la TV, es decir, el universo de las bellas artes.
En cada categoría aparecen programas de diferentes temas, duraciones y ambiciones. El catálogo de propuestas de corta duración es extraordinario, como las cápsulas de TAPE, que en dos minutos y de forma lúdica recogen anécdotas singulares de músicos de diferentes épocas y estilos. Abundan los reportajes y los documentales. Lo mismo se puede ver un reportaje de corte histórico sobre la línea Maginot que toda una serie sobre violencia sexual, el documental Berlín-Tempelhof (Zentralflughafen THF, 2018) de Karim Aïnouz que conciertos de diferentes géneros (desde el pop según Sting hasta el extraordinario jazz del Avishai Cohen Trio, pasando por más de una propuesta de metal). Mención aparte merece la oferta operística y de música clásica, pues el catálogo es maravilloso: desde la prodigiosa Sinfonía pastoral del gran Ludwig van hasta programas que reúnen a Mahler y Mozart; hay óperas que rompen con las puestas en escena canónicas o ubican en la actualidad títulos clásicos, como Salomé (que se basa en una obra de Oscar Wilde) y Fidelio, del mencionado Beethoven; asimismo es posible ver Don Pasquale de Donizetti o El ángel de fuego de Prokófiev. En prácticamente todos los casos se rompe con la clásica puesta en cámara del teatro filmado, por lo que el resultado audiovisual es mucho más lucidor que lo que habitualmente vemos en estos menesteres.
Vale la pena subrayar la voluntad que manifiesta ARTE para romper con abordajes anquilosados de temas que, por lo mismo, habitualmente resultan de una gravedad y pedantería terribles. En este terreno es conveniente anotar el acercamiento a las artes que hace la serie Gimnasia –que en emisiones de 5 minutos se ocupa de un tema en específico– y el que Streetphilosophy hace en sus programas de 26 minutos sobre la filosofía, la cual deja de ser una asignatura sesuda y tediosa para invitarnos con amenidad y desde la cotidianidad a la reflexión sobre numerosos temas. Asimismo, vale la pena anotar que en su conjunto la programación de ARTE permite hacerse más que una idea sobre el curso de Europa y el mundo actuales: lo mismo sobre el devenir de las bellas artes que de temas coyunturales de interés social o asuntos históricos y científicos que explican diversos fenómenos. ARTE permite ampliar horizontes; se diría que materializa la posibilidad que Jean-Luc Godard atribuyó en algún momento al cine: pensar. Desde la televisión, ¿quién lo diría? (Hasta parece que las smartTV en efecto son inteligentes.) Es evidente que ARTE tiene una concepción clara y congruente sobre su razón de ser, que se fundamenta en una serie de principios plausibles y que posee un proyecto ambicioso con objetivos bien definidos.