La extensión cinematográfica de una obra de teatro: La señorita Julie (1951)

CINESCOPÍA/José Javier Coz

La señorita Julie (Fröken Julie, 1951)es una extraordinaria adaptación cinematográfica que hizo Alf Sjöberg de la obra de teatro más escenificada en toda la historia, escrita por el dramaturgo sueco August Strindberg (1849-1912) en 1888. La película fue premiada en Cannes con la Palma de Oro el mismo año de su estreno.

Aunque Alf Sjöberg fue más conocido como director de teatro, en La señorita Julie da muestras de un dominio pleno del lenguaje cinematográfico. Como todo director que ha filmado películas mudas, sabía narrar sin apoyo de diálogos. Extiende vastamente el espacio escenográfico de la pieza de Strindberg y aprovecha los recursos cinematográficos para poner en escena las evocaciones en los diálogos originales. La señorita Julie de Sjöberg no contiene una sola escena que se pueda tomar como teatral y, en cambio, es copiosa en ángulos y encuadres imposibles en el teatro.

Como historia de una pasión, aprovecha el sol boreal del Midsommar o solsticio de verano en el que las festividades suecas de la víspera del 24 de junio que es el día de San Juan Bautista la gente enloquece con el arribo del verano. Esos días sin noche tan esperados después de un interminable y gélido invierno, de largas y oscuras noches, días cortos y encapotados y el campo nevado, desolado de tan blanco. Durante las noches del Midsommar el sol apenas se esconde en el horizonte y la jornada entera corre con luz diurna. La luz alcanza una tenuidad a medio camino entre una resolana cerrada y un día nublado, las mejores condiciones para la fotografía con luz natural, como diría Sven Nykvist que decía que el sol era su peor enemigo. La vastedad del campo reverdecido es captada en planos largos y abiertos con movimientos de cámara fluidos.

La señorita Julie recorre en dos etapas el amor y desamor de Julie (Anita Björk) con su sirviente Jean (Ulf Palme). Siendo aristócrata, ella goza de una ventaja social sobre Jean. Al inicio Julie domina el cortejo y se invierte la jerarquía entrambos. Se trata de una relación pronunciadamente asimétrica. El hecho de que un plebeyo fuera abordado por una aristócrata en la Europa decimonónica suponía una transgresión a las convenciones del cortejo en manos del varón y a la movilidad social en una sociedad estratificada. Pero Julie no puede ocultar los sentimientos hacia su sirviente.

En la fase idílica, ambos se cuentan mutuamente sus pasados, pobre el de él y trágico el de ella. Desde niño, Jean estaba dispuesto a morir por ella. En la etapa del cortejo ella tiene el mando, pero una vez consumada la primera relación sexual, lo pierde. Julie ha perdido la honra y Jean insiste en que se escondan y huyan a la Europa continental. Luego sueña con un ascenso social administrando un hotel. Ella le confiesa que en realidad no puede disponer de las rentas que heredó. Decepcionado, Jean dice que ya no muere por ella, empieza a humillarla con fuerte resentimiento social y, por momentos –Jean, que nunca se quita el uniforme de sirviente–, parece caer de vuelta a su condición distante de lacayo. A Julie no le restan más que dos opciones para salvar su reputación: asesinarlo o suicidarse.

Julie y Jean suelen regresar a la casa de la servidumbre donde siempre está la cocinera Kristin (Märta Dorff), que la película insinúa que es amante de Jean. Kristin es un personaje indescifrable pero clave y parece saber más sobre lo que está pasando, a veces como aliada de Jean, otras como una simple cómplice incómoda.

Con una excelente cinematografía a cargo de Göran Strindberg, el director se toma la libertad de salirse de la cocina, donde originalmente se desenvuelve la obra de teatro, para regalarnos paisajes románticos de bosques abundantes en lagos y ríos, con esa luz del verano en el sur del círculo ártico. También nos deleita con escenas de jolgorio harto bucólicas en los festejos del día de San Juan Bautista que dan la bienvenida al verano, tan preciado en esas latitudes. En contraste, la fotografía es igualmente preciosista en los primeros planos cuando los semblantes llenan por completo la pantalla durante los momentos más dramáticos –influjo de Ingmar Bergman, que fue guionista y asistente de Alf Sjöberg en Tortura (Hets, 1944) y que ganó también la Palma de Oro en 1946.

Finalmente, en la segunda mitad de la película, Sjörberg introduce a dos personajes importantes para entender a Julie en su cabalidad y que son sólo referidos en las conversaciones de la pieza de teatro: los padres de Julie, el conde Carl (Anders Henrikson) y la condesa Berta (Lissi Alandh).

Además de La señorita Julie y Tortura, Alf Sjörberg tiene en su haber otras películas destacables: Himlaspelet (1942), Iris y el teniente (Iris och löjtnantshjärta, 1946), Sólo una madre (Bara en mor, 1949), Aves salvajes (Vildfåglar, 1955), El juez (Domaren, 1960) y La isla (Ön, 1966). De manera excepcional, Alf Sjörberg dirigió La señorita Julie sin dejar un pie en el teatro.

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