Las películas del británico Guy Ritchie por lo general entretienen, son más o menos vistosas y, por eso, suelen ser efectivas. Pero al final en ellas no hay realmente nada extraordinario ni memorable para consignar. En lo que a mí respecta, difícilmente recuerdo sus historias; éstas se entremezclan y no sabría precisar si tal o cual evento es de Sherlock Holmes (2009) o de Snatch: cerdos y diamantes (Snatch, 2000). Si acaso ubicaría aparte, por el humor, Juegos, trampas y dos armas humeantes (Lock, Stock and Two Smoking Barrels, 1998), de la que por cierto tampoco recuerdo gran cosa. No escapa a este paisaje Justicia implacable (Wrath of Man, 2021), su más reciente entrega, que no tiene una gota de humor y no dejará más huella que las anteriores.
Justicia implacable (2009) es un remake de la película francesa Le convoyeur (2004) de Nicolas Boukhrief y sigue los pasos de H (Jason Statham), un inglés que comienza a trabajar para una empresa norteamericana que transporta dinero en efectivo. Pronto vemos que está sobrecalificado para el puesto, y que en un asalto despacha con solvencia a la banda que los atracó. Después descubrimos sus verdaderas motivaciones para hacer lo que hace. Y se viene el reguero de sangre.
Ritchie hace gala de su conocida solvencia y ofrece un espectáculo visual medianamente lucidor. La cámara se mueve con frecuencia, lo cual contribuye a establecer un ritmo ágil; los emplazamientos son pertinentes para a la revelación, pero también al ocultamiento, gracias a lo cual se mantiene la curiosidad y el interés alrededor de la escena clave, en la que se lleva a cabo el asalto a un camión de valores y que vemos en diferentes momentos y desde diferentes perspectivas. En la banda sonora abundan diálogos insufribles, que aportan altas dosis de estupidez. Asimismo, se escuchan con frecuencia las músicas de Christopher Benstead, ricas en tonos oscuros, las cuales se suman a la cinefotografía –cortesía del también británico Alan Stewart– para establecer atmósferas sombrías.
La primera parte de la película –con todo y los saltos temporales que alcanzan para espabilar al espectador– se sostiene con dificultades, pues los protagonistas resultan antipáticos y la acción no es particularmente notable. Pero apenas aquéllos se callan y el atraco principal se lleva a cabo, la cinta despega y alcanza una intensidad atendible. Inútil esperar grandes profundidades: estamos ante una cinta básica, que gira alrededor de una no menos básica venganza (la traducción del título es un abuso de confianza: “la ira del hombre” es literal en esta película rica en testosterona); inútil esperar matices o sutilezas en una película protagonizada por Jason Statham, quien tiene su acostumbrado desempeño autista.