CINESCOPÍA/José Javier Coz
Co-escrita con Michel Marc Bouchard, autor de la obra de teatro homónima en la que está basada, Tom en el granero (Tom à la ferme, 2013) es la cuarta película de Xavier Dolan, quien a sus 24 años dirige produce, protagoniza, se encarga del montaje y elige el vestuario.
Dolan empezó su carrera a los 20 con el largometraje Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009). A la fecha ha dirigido otras siete películas y una serie de televisión. Todas las ha escrito, producido, montado, en algunas se ha encargado del vestuario y en tres ha dirigido el doblaje y el subtitulaje al inglés o al francés, como buen canadiense y quebequense.
Dolan no ha podido alcanzar otra vez la marca de lo que críticos y público coinciden en que es indiscutiblemente su mejor película: Mommy (2014).

Tom viaja desde Montreal a un caserío rural para conocer a la familia de su recién fallecido novio, Guillaume. Primero conoce a la madre, la señora Agathe Longchamp (Lise Roy) quiene lo recibe con reserva –pero la cortesía gana– y que se supone que no sabe que su hijo era gay ni que Tom era su amante. La señora le habla del hermano de Guillaume, Francis (Pierre-Yves Cardinal). Tom se sorprende, su novio nunca le habló de un hermano. Lo invita a que pase la noche, pues al día siguiente es el velorio y la misa. En la noche lo despierta Francis agrediéndolo. Lo obliga a que exprese unas palabras en memoria de Guillaume para complacer a la madre y que por ningún motivo exponga la homosexualidad de Guillaume. En la misa, Tom se excusa y no ofrece las palabras que prometió. En el baño de la parroquia, Francis lo confronta –otra vez– a golpes. Tom alega que el discurso que había preparado no lo convencía.

Francis le ha hecho creer a su madre que su hermano tenía una novia, una colega de trabajo en Montreal. Se pregunta enojada por qué no asistió al velorio. Tom les lee su discurso a Francis y a la madre, se lo atribuye a Sarah y contiene insinuaciones sexuales. Tom intenta escapar, pero olvida sus cosas. Se queda a ayudar a Francis en la ordeña y el parto de las vacas. Se resigna a descubrir y disfrutar el trabajo en la granja.

Por insumisión, Francis lo somete varias veces. Éste le va confiando proyectos de vender la granja, pero confiesa que está atado a su madre. En todos estos conflictos y conciliaciones, vamos viendo que ambos se sienten atraídos. En un par de secuencias, vemos la agresión de Francis y el posterior cuidado diligente de las heridas. Se va estableciendo una especie de cortejo muy homínido y en general común a los mamíferos. Francis parece no conocer otra forma de relacionarse. Con la violencia no tiene problemas de represión. Sí con la sexualidad y es cuando el alcohol entra en escena. Una noche, después de tomar varias cervezas, hace un intento de seducción, a su manera, no exento de violencia, como apretar el cuello de Tom hasta casi asfixiarlo, pero no logra vencer la barrera del cortejo más allá de acercar su rostro al de Tom.

Ante la zozobra de la madre, Tom llama a Sarah (Évelyne Brochu) y convienen en que vendrá pasándose como la novia de Guillaume. Francis no está enterado y una noche que regresa de los establos se la encuentra. Estando solos, él intenta propasarse. Después Sarah, a solas con Tom, le pregunta por qué no se ha largado. Él dice encontrar sentido en las faenas, además de que es la casa donde creció Guillaume. Ella le confiesa que Guillaume era un promiscuo y que se acostaba con todos, incluso con ella. El semblante de Tom se descompone y llora. La señora prepara una cena para todos. Luego pasan a la sala. Les muestra una caja con muchos cuadernos y cartas de Guillaume. Francis se pone nervioso. La señora pregunta si Sarah quiere leer algo de Guillaume. Francis se opone. La señora no parece sorprendida y está esbozando aquí y allá una sonrisa falsa que no sabemos si es de felicidad o de burla. Mi interpretación de esta escena es que ella sabía que su hijo era gay y, después de darse cuenta de las contradicciones en las que Sarah incurrió, renunció a que ellos le siguieran montando la farsa de hacerla creer que su hijo era heterosexual. Con este extraordinario personaje tan truculento que es la madre, Dolan deja la incógnita al espectador.

Sarah decide marcharse. Francis y Tom la llevan a la estación y le pide a éste que se baje, que entre a un bar enfrente mientras se queda en la camioneta con Sarah. Ella y Francis están flirteando borrachos. La cámara sigue a Tom que entra y pide una cerveza en la barra. Conversa con el bar tender (Manuel Tadros, padre de Xavier Dolan en la vida real) y sale a relucir una historia macabra sobre Francis que ocurrió años atrás y por la que la mayoría de la gente no le dirige la palabra y le tiene prohibido entrar a muchos lugares. En un baile en dicho bar, un muchacho sacó a bailar a Guillaume y Francis, con un cuchillo, le abrió la cara de lado a lado. Con esta revelación, Tom parece recibir un baldazo de agua helada, un baño de realidad. Vuelve a la camioneta, Sarah se despide y regresan a la granja. Tom ya sabe cuál será su destino si no escapa (en una escena previa Francis y Tom bailan tango en un receso). En la menor oportunidad, Tom se larga de regreso a Montreal caminando por la carretera. Después de un buen tramo, Tom escucha la camioneta y se interna en un bosque. Después de buscarlo y rogarle que regrese, Francis escucha que Tom se larga en la camioneta.
Tom en el granero (Tom à la ferme) es un melodrama familiar que constituye una implacable y osada declaración de principios contra el llamado cine gay. Dolan, que es abiertamente homosexual, toca el tema ya sea en forma directa (Laurence Anyways, 2012) o tangencialmente. En este tenso drama, deja de manera contundente y definitiva su postura sobre el origen de la homosexualidad, una tesis del todo desacreditada hoy por las políticas antidiscriminatorias. Un origen que parte de una mezcla dura de madre sobreprotectora y castrante –explícito también en Yo maté a mi madre y Mommy– y un padre ausente.
Pero Tom en el granero no es un panfleto. Nada más lejos que de la apología y la reivindicación o, en su defecto, de la denuncia a la homofobia. El tema no está puesto en boca de los personajes. Sólo son vehículos para una historia que lo que menos tiene es lo discursivo. Dolan no desestima a sus espectadores y las reflexiones las deja a su consideración. Como tabú, la homosexualidad sólo está puesta en escena para la inteligencia de éstos. A fin de que no queden cabos sueltos, Dolan presenta dos personajes antagónicos: Tom, amanerado y abiertamente gay, y Francis, rudo y de armario. Dolan no tiene misericordia con ninguno. Tom, interpretado por el mismo Dolan, –decidido al principio– sucumbe a los encantos de un macho alpha lomo plateado, curtido por el campo y el cuidado del ganado, fuerte y violento, que desde el primer momento somete a golpes a Tom o intimidándolo.

Francis –menos viril que bravucón– se ve seducido por la afeminada y trémula docilidad de Tom, con quien sus acercamientos con menos maltrato tendrán que ser desinhibidos con alcohol. Resultado de esta ecuación: el pathos, la afectación histriónica frente a una pasión imposible, pues, como escribió Marguerite Duras en La vida material (La vie matérielle, 1987), los homosexuales sólo aman su homosexualidad, están condenados al mal de la muerte (La maladie de la mort, 1982).
La manifestación más evidente de la homosexualidad en esta película está en los celos exacerbados de Francis (Pierre-Yves Cardinal). De esta tesis se ha desprendido otra: la violencia física como única forma de contacto para un homosexual reprimido, hipótesis del todo arriesgada que habría que reformular: el sadismo como única forma de contacto para un reprimido sexual.
Tom en el granero tuvo varias nominaciones, de las cuales sólo ganó tres: Xavier Dolan obtuvo el Premio Fipresci en el Festival Internacional de Cine de Venecia que otorga la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica; Lise Roy fue premiada como mejor actriz de reparto en una película canadiense por el Círculo de Críticos de Cine de Vancouver (Vancouver Film Critics Circle) y a Pierre-Yves Cardinal le otorgaron el Premio Jutra como mejor actor de reparto de parte de la Gala Quebec Cinéma.