Gratos sustos

Antes de abordar Eliminar amigo (Unfriended, 2014), creo conveniente hacer una breve declaración de prejuicios: estoy medianamente harto de ver en la pantalla grande pantallas de computadora o de teléfono celular como herramientas narrativas, pues se usan con tan poca creatividad que terminan siendo un fácil lugar común; semejante reacción me producen las películas basadas en materiales encontrados (found footage), con su registro casero que a menudo es cansón. Eliminar amigo utiliza ambos recursos toda la película. Y quedé gratamente impresionado.

Es éste el segundo largometraje del georgiano Leo Gabriadze y sigue las desgracias de un grupo de preparatorianos que una noche se ven obligados a recordar un hecho funesto que tuvo lugar un año atrás: Laura (Heather Sossaman) fue grabada en estado de ebriedad y en situaciones delicadas. El video circuló en Youtube y la chica, víctima de bullying, se suicidó. En el presente, mientras los amigos se comunican en línea, se incorpora a su conversación un desconocido y después comienzan a sucederles violentos actos inesperados. ¿Laura perpetra su venganza? ¿Por la red?

Gabriadze corre riesgos atendibles y propone una cinta en tiempo real de poco más de 80 minutos que, como anticipaba líneas arriba, transcurre en su totalidad frente al monitor de una computadora: la de Blaire (Shelley Hennig), una de las amigas cercanas de Laura. En su pantalla vemos una sesión multitarea (va de Youtube a Skype, a Google, etc.) por medio de la cual nos enteramos de lo que le sucedió a la suicida (Youtube como proveedor de flashbacks) y lo que acontece en las recámaras de los amigos. Gracias a la pantalla dividida sabemos qué pasa en cada frente “en vivo”. Un asunto a resaltar es cómo, a partir de lo que la chica teclea, conocemos su “flujo de conciencia”: duda, corrige, se arrepiente de mandar un mensaje que ya tecleó. Vemos así que frente al monitor hay una persona calculadora, poco espontánea, poco transparente.

A lo largo de la sesión somos testigos del trato violento que “amablemente” se dispensan los unos a los otros: entre bromas de mal gusto asoma el afán de fastidiar al otro, de ningunearlo. En esta “convivencia” a distancia aparece un statu quo hostil : la agresión como forma de contacto… sin contacto. En estos tratos está lo mejor de la cinta. Porque… Eliminar amigo (afortunadísima traducción al español del título, para variar) exhibe la superficialidad y fragilidad de las relaciones que se establecen o se ejercitan en línea. Facebook llama “amigos” a aquéllos que están a un click de distancia (otras aplicaciones los designa como “contactos”), y Gabriadze muestra cómo pocas veces las comillas están mejor empleadas, porque apenas tienen oportunidad o las circunstancias colocan a alguien en posición incómoda, ninguno tiene empacho en dañar a los demás. Todos están prestos a transitar por la ruta del mal. (Los rasgos de la juventud que aquí se ventilan son poco halagüeños; entre ellos: el falso interés por el otro, la dispersión, la morbosidad y la estulticia.) No obstante, todos quieren conservar y proyectar una buena imagen de sí mismos, mas la película ayuda a ver cómo lo que parece una broma para el que la perpetra (y mientras más personas se enteren, mejor) es una desgracia para el que la recibe. Las herramientas de comunicación –las mentadas “redes sociales”– no hacen malas a las personas, pero les dan la posibilidad de mostrar lo peor de sí mismas.

Si bien no son muchos, Eliminar amigo provee algunos pasajes que ponen los pelos de punta. Los sustos que nos receta, algunos provocados por medio de la sugestión –que aquí muestra su alta capacidad de generar reacciones– son con causa y resultan gratos porque alcanzan para iniciar una reflexión sobre cómo los otros, necesarios como eco en “las redes”, en realidad son materia fácilmente desechable. Gabriadze muestra que si a algo o alguien hay que tenerle miedo es a la gente con la que se convive regularmente, así sea en línea.