En Jalisco –aunque habría que precisar que como buenos centralistas que somos, esto hace referencia en exclusiva a la zona conurbada de Guadalajara– el único criterio para distinguir los canales de televisión locales es el origen de su financiamiento: capital privado y capital público. A diferencia de Ciudad de México, por acá no es posible discernir, a partir del matiz de sus programaciones, entre canales culturales y comerciales.
Sobre la televisión con financiación privada no hay mucho que añadir a lo que se ha anotado en las entregas anteriores para los canales chilangos. Tanto Televisa como TV Azteca y Quiero TV (sí, así se llama), que tienen al menos un canal con programación propia, ofrecen: emisiones matutinas de revista (en las que un grupo de gritones presentadores y gritonas presentadoras hablan con abundancia de actores, actrices, telenovelas y otros programas de televisión, y lo mismo te recomiendan qué hacer con las relaciones “tóxicas” o cuál corte de cabello utilizar en primavera, que cuántos mililitros de leche es recomendable ponerle al café con leche), programas vespertinos de espectáculos y programas nocturnos sobre futbol. Dicho sea de paso y como sucede a nivel nacional, por acá también es encarnizada la pelea entre estos últimos para definir cuáles son peores, quiénes hacen la peor televisión.
En el terreno de los noticieros, me parece, hay más estridencia que en los noticieros de la televisión chilanga. Televisa, que tiene programas dedicados en exclusiva a la nota roja, practica el género con singular mezquindad. Con frecuencia incluyen música efectista a las notas que presentan para darle un tono de terror barato. Llama la atención, además, la falta de rigor periodístico y el afán tendencioso en algunos temas. Un ejemplo: si quieren “demostrar” que la inflación es galopante, no se toman la molestia de ofrecer estadísticas ni dar seguimiento a una serie de productos. Lo que hacen es solamente entrevistar a una señora en algún mercado, la cual dice algo así como que “todo está más caro”. Si quisieran presentar la nota como lo que es, una percepción, pasaría, pero quieren hacernos creer que la opinión de esa mujer es el argumento que prueba la galopante inflación. En Quiero TV, TV Azteca y en Imagen Televisión –que tiene su aporte local en noticiarios– el panorama no es muy diferente.
Televisa tiene un espacio dedicado al cine mexicano, en el que se presentan añejas producciones que por lo general son comentadas por un presentador, cuya contribución gira básicamente alrededor de los actores, y, en particular, de la historia que cuenta la película. Nada que enriquezca la visión de la cinta o sus temas, dicho sea de paso.
La Televisión con financiación pública
Mayores comentarios, y no precisamente positivos, merece la televisión pública. Lo primero que habría que subrayar sobre ésta, es que su impacto es prácticamente nulo. (Una anécdota, de la que fui testigo en circunstancias que no viene al caso precisar, resulta ilustrativa: alguien mencionó el Canal 44 al Chepo Reynoso, otrora entrenador Saúl Canelo Álvarez. Su respuesta fue una pregunta: “¿Qué es eso?”.) No abundan los televidentes que saben de la existencia de la oferta pública o que siguen su programación, si bien hay cinco frecuencias: la Universidad de Guadalajara (Canal 44) se hace cargo de dos; el gobierno del estado de otras dos (Jalisco TV); cierra la oferta el Canal del Congreso. Concentraré mis observaciones en Canal 44 y Jalisco TV. Para ser honesto, cuando “paso” por el Canal del Congreso oprimo el botón de cambio de canal con celeridad.
En la programación de Canal 44 figuran algunas producciones propias (en un derroche de imaginación, la mayor parte de ellas llevan en su nombre el número 44). Un porcentaje considerable de ellas se ocupa del deporte –local, nacional o internacional–, los noticieros y los programas de opinión. En los primeros se habla del deporte universitario y a menudo se convoca a exponentes locales; para no variar abundan los que hablan de futbol, con opinadores cuya autoridad no resulta evidente y lo mismo se ocupan de las ligas nacionales que de las de otros países. En el rubro de los noticiarios, como en el de los programas de opinión, se hace evidente el más visible objetivo del canal: la política. No es raro, así, que en unos y otros se “golpee” a personajes incómodos u opuestos a los intereses de los que manejan la empresa universitaria (porque la U de G es una empresa, ¿no?). Es particularmente patético el programa Con todo respeto, en el que se escucha un coro de “periodistas” que, en cada emisión, con sorna y pretendido sentido del humor, opina lo mismo contra ya sabes quién: el periodismo crítico en Jalisco, con excepción de Pedro Mellado, es inexistente.
El programa Café Chejov, el cual da voz con cierta amenidad a autores de diverso origen y alcances, ofrece resultados positivos en el campo de la divulgación. Ocasionalmente aparecen series que parecen ovnis, pues rebasan la medianía habitual del canal, como Clandestino, que dirigió Pablo Valadez y con profundidad y rigor aborda la guerrilla en México y en Guadalajara. Un día a la semana se presentan películas mexicanas no muy recientes, hasta donde me ha tocado ver: es, sin embargo, el único aporte al séptimo arte que hace la televisión pública local.
En Jalisco TV el panorama no es mejor. También hay programas de revista y otros que hablan sobre deportes. Entre los primeros no falta el que se ocupa de temas de salud lo mismo que de moda, pero también hay algunos que son dirigidos por jóvenes que reproducen formatos acartonados con un pretendido toque de frescura. Abundan, por cierto, los programas que tienen un presentador o presentadora y que están abocados al videoclip. Sí, hacen lo mismo que MTV hacía hace casi 50 años y que hoy se puede hacer libremente en YouTube: transmiten videoclips, a veces en una calidad de video pobre, y hacen los infaltables comentarios. Mejores resultados ofrecen los espacios en los que aparecen bandas locales, en particular las de jazz, la mayoría de las cuales tiene poca presencia fuera de Guadalajara. En lo que respecta a los programas deportivos hay sobre todo quejas; en algunos hablan de cosas que no es posible ver, porque no tienen video.
Hay dos negros, verdaderamente negros, en el arroz. Uno de ellos es el programa vespertino que habla de futbol, en el que ocasionalmente aparece un personaje que acorrienta todo lo que toca: David Medrano. Éste ha hecho carrera en el chisme y es proclive al albur elemental. Con salario o de gratis (diría pro bono, pero su presencia no hace ningún bien) me parece terrible que tenga espacio en un canal público. No menos lamentable es la presencia en estas frecuencias del insustancial No es tan tarde, un programa de revista en el que una conductora y un conductor hacen entrevistas a invitados de diferentes oficios, o se presentan cantantes y se da curso a la frivolidad comentando programas de la televisión comercial o sobre asuntos de espectáculos.
Es evidente que ni Canal 44 ni Jalisco TV tienen un proyecto, una razón de ser. Cada uno se hace cargo de dos frecuencias –cuando no tienen programación ni para llenar uno– y al parecer dan curso a cualquier cosa que llene las horas de transmisión. En sus programas es evidente la escasez de la producción, notoria, para empezar, en la escenografía, en el material de apoyo. Más grave, me parece, es el escaso aporte que hacen a temas que sí son de interés local (me permito hacer una sugerencia: un programa sobre desaparecidos.) ¿Para qué y para quién producen programas sobre futbol, como los hay en todas las televisoras con mejores recursos y con personalidades que al menos tuvieron la virtud de patear balones profesionalmente? ¿A quién le importa si Chicharito amaneció con dolor de estómago o ver un videoclip exitoso en los años 90? En general se trata de programas de talking heads realizados en un foro, en los cuales la imagen prácticamente no tiene ningún valor: es radio con imagen. En general el panorama es muy pobre o, para decirlo en términos académicos: muy chafa.
Ya escucho las voces que dirán que no cuentan con recursos económicos para hacer mejores cosas. Porque en este país todo, todo, es cuestión de dinero. Pero no creo que con dinero baile este perro, como sucede en otros ámbitos: en la política fluyen los millones y no tenemos grandes resultados; la cúpula del poder judicial es casi aristocrática y la justicia brilla por su cochambre (o por su ausencia). Cierto que el dinero ayuda, pero también, y mucho, la creatividad y la imaginación, las cuales son escasas por estos rumbos. No estoy seguro de que a la U de G o al gobierno del estado les interese hacer televisión con algún fin encomiable. La conformidad o beneplácito (o ¿indiferencia?) que muestran con sus canales me hacen pensar que éstos cumplen la función que beneficia a las autoridades respectivas. Así las cosas, entre la televisión privada y la televisión pública jaliscienses prefiero apagar la tele.
2 respuestas a “De zapping 3: la televisión jalisciense, ¡ay!”
Hugo: se requiere mayor rigor analítico, consistencia, sintaxis argumental, cuando el propósito pareciera ser dar cuenta de la situación de los medios de servicio público. Nadie pone en tela de duda la precariedad de producción de contenidos en los sistemas locales. Hacerlo de este modo, poco abona a la discusión de un asunto relevante para el fortalecimiento del espacio público. Las medias verdades (el Canal 44 y Radio Universidad de Guadalajara han realizado pertinentes programas sobre desapariciones, jurídicamente la YdG NO es una empresa), la frivolidad del anecdotario, las omisiones y el sesgo que denotan variados juicios, demeritan el propósito. Por cierto, entre varias expresiones cuestionables, señalo una: “Hay dos negros, verdaderamente negros, en el arroz.” La Conapred ha reiterado que se trata de un sesgo racista y discriminatorio. Saludos
Eduardo: gracias por el comentario. El propósito de este texto está definido en la primera entrega. Los requerimientos, rigores y sintaxis que mencionas se los dejo a los académicos. No sabía que la Conapred se encargaba del color del arroz. Saludos.