De zapping 2: la televisión cultural chilanga

Son dos las diferencias más ostensibles en la televisión chilanga, que, como mencionaba en la entrega anterior, tiene alcance nacional: el origen del capital de financiación y la ambición de la programación. Así, además de la televisión comercial, que llena la mayor parte del espectro y cuyo financiamiento es privado, hay una barra de canales que existen gracias al dinero público, y que por facilidad cabría agrupar bajo la etiqueta de televisión cultural. Si bien hay como doscientas mil definiciones de cultura (más las que acumulen las “Ciencias” Sociales esta semana), con relación a la pantalla chica mexicana no hay mayor misterio: cultura es sinónimo de bellas artes, a las que se sumarían en menor medida la historia, la ciencia, la gastronomía y la filosofía. En términos de sustancia, diríamos, aquí está la papa.

Son tres las frecuencias operadas por universidades: el Instituto Politécnico Nacional alimenta dos; la Universidad Nacional Autónoma de México es responsable de una. Cierran el espectro el Canal 22, financiado por la Secretaría de Cultura federal, y el Canal 14, que depende del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. Las propuestas de todos estos canales coinciden en nutrirse, como mencionaba líneas arriba, de la música, la literatura, el cine, la danza, la arquitectura, la pintura y la escultura; asimismo, se ocupan de forma más o menos frecuente de asuntos relacionados con la actualidad política, la antropología, el diseño y temas gastronómicos e históricos; y no es raro que compartan además programas noticiosos. La mayor parte de su oferta, justo es comentar, son producciones propias; algunas circulan en todos los canales de la barra. Las diferencias más notables que pude percibir son: TV UNAM da un peso mayor a asuntos científicos, en los que a menudo participan miembros de sus facultades y centros de estudio; una de las frecuencias de Canal 11 (11.2) ofrece fundamentalmente material para el público infantil; Canal 22 alberga series de ficción; Canal 14 reserva bastante espacio a reportajes sobre temas diversos.

Entrando un poco más en detalle sobre las singularidades o emisiones que me parecen valiosas… En Canal 22 La dichosa palabra lleva más de 20 años al aire divagando sobre palabras en concreto y literatura y otros menesteres en general. Posee una rareza: es, tal vez, el único espacio televisivo nacional sobre literatura –al menos de los que he visto– que transita con ligereza y humor, en el que la pedantería está ausente. Por ahí ha circulado, también, un valioso programa de divulgación y de no ficción que sin gravedad aborda temas de corte filosófico: Esto es filosofía. Mención aparte merecen La oveja eléctrica, en el que se ventilan con amenidad y claridad temas que se inscriben en los terrenos de la ciencia, y Tratos y retratos, que conduce Silvia Lemus, en el que desde hace décadas dialoga con artistas de diversas disciplinas. También merece atención el canal dedicado al cine mexicano (MX Nuestro Cine), que es más bien visible en internet: Canal 22.2. Por aquí circulan películas nacionales recientes y no tan recientes, con valiosa oferta en ficción y documental. El negro en el arroz es la presencia de Álvaro Cueva, quien encabeza la emisión de los viernes de Debate 22. No me explico su presencia en esta frecuencia (aunque, sospechando, me imagino que como de costumbre acontece en las prácticas burocráticas nacionales, debe tener alguna “palanca”): su trabajo “periodístico” (según arroja Google también se le cataloga como “crítico”: por favor…) es lisonjero (celebra a rabiar lo mismo telenovelas adocenadas que películas inocuas) y todo lo que de él he leído o escuchado se caracteriza por su absoluta falta de argumentos: su estilo, de histriónicos grititos forzados, no alcanza a dar algo de sustancia al vacío de sus opiniones.   

En Canal 14 ha estado recirculando desde hace algunos meses, el programa Conversando con Cristina Pacheco (producción original de Canal 11), el cual es un hito de la televisión pública y por el que transitan figuras de diversa celebridad y variadas ocupaciones. Asimismo, en un lugar relevante se ubican dos programas de corte noticioso: Mañanera 360º y Punto de referencia. El primero ofrece un condensado de los temas principales abordados en la matutina conferencia de prensa presidencial y con este pretexto revisa temas a los que a menudo son indiferentes los noticiarios de la televisión comercial. Punto de referencia es un noticiario sobre lo más relevante del día en la política nacional e internacional. Si bien es cierto que ambos revisan la agenda nacional con cierta amplitud, también lo es que tienen tintes propagandísticos. En todo caso, son un valioso contrapeso al alud de negatividad al que dan curso las televisoras privadas y al silencio que guardan sobre ciertos asuntos (recientemente, por ejemplo, sólo en estos espacios se mencionaron las manifestaciones a favor de la reforma al poder judicial, sobre las cuales apenas aludieron algunos medios privados).

En Canal 11 merece atención Primer plano, un programa de debate político que tiene más de veinte años y que me parece valioso porque congrega cierta pluralidad en sus voces. Por su bagaje académico y por la argumentación de sus puntos de vista aprecio en particular la participación en este programa de Sergio Aguayo y Lorenzo Meyer. Por esta frecuencia también se transmite Chamuco TV, una coproducción con Canal 22 y TV UNAM que conduce un grupo de moneros (Hernández, Rapé, El Fisgón) que con dosis de humor dialogan con invitados que son especialistas en diversas materias y que ofrecen amplias visiones sobre temas que por lo general caben en el terreno de la política nacional. En el polo opuesto ubicaría Operación Mamut, que pretende hacer humor sobre asuntos políticos actuales y da más pena ajena que risa. No menos gris es, en otro tenor, Taller de Actores Profesionales, en el que desfilan actores y actrices que son entrevistados con más veneración que agudeza por un presentador adulador.

De TV UNAM resalto, para comenzar, ¿Jazzabías o hasta ahorita?, una serie documental “que explora la evolución y el impacto del jazz en México, contada por Alain Derbez”. Derbez es músico y poeta además de ser un especialista en la materia, como lo confirman los libros que ha publicado, en particular El jazz en México, referencia obligada sobre el tema. En este género merece aplausos rabiosos Íconos del Jazz, serie que no tiene desperdicio y que recoge presentaciones en vivo, filmadas en su mayor parte en Europa en los cincuenta y los sesenta, de los grandes exponentes del género. Aplausos aparte merece Arqueología Mexicana, serie que en coproducción con la editorial que publica la revista homónima y el Intituto Nacional de Antropología e Historia da voz a expertos en temas de antropología, historia y arqueología. También merece atención Aprender a envejecer, en el que, como su nombre lo indica se abordan asuntos relacionados con el envejecimiento. Tomando en cuenta que no es ni por accidente un target que le interese a la televisión, su presencia en la televisión abierta resulta valiosa.  

(Un breve comentario aparte merece el canal RT (Russia Today), que no cabe a cabalidad ni en la televisión comercial ni en la cultural. Es una cadena financiada por Rusia que ofrece diferentes reportajes y emisiones de opinión que permiten hacer un contrapunto con los medios de comunicación occidental. Aquí los rusos, previsiblemente, no son los malos por antonomasia, y cobran valor las revelaciones que se hacen sobre Estados Unidos, Europa y Ucrania.)

Todos los canales culturales ofrecen espacios habituales al cine. Por aquí circulan películas de todo el mundo. A veces no son tan recientes, pero es posible asomarse a autores clásicos. Hace no mucho, por ejemplo, se transmitieron varias películas de Akira Kurosawa o El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957) de Ingmar Bergman; esta semana por ahí habrán de circular, entre otras, Kaos (1984) de los hermanos Taviani, Hacia la luz (Hikari, 2017) de Naomi Kawase, Vivir (Huo zhe, 1994) de Zhang Yimou y La balada de Narayana (Narayama bushikô, 1983) de Shohei Imamura, cinta que ganó la Palma de oro en Cannes. El cine mexicano tiene bastante presencia, y no está de más mencionar que con frecuencia llegan a las pantallas caseras algunos clásicos: las películas protagonizadas por Tin Tan o las memorables cintas habitadas por los hermanos Soler, pero también clásicos más recientes, como El tres de copas (1986) de Felipe Cazals o Cadena perpetua (1979) de Arturo Ripstein, una de las mejores películas en la historia del cine mexicano. En general hay pausas durante las transmisiones, pero son breves y no son muchas, por lo que no resultan tan fastidiosas.

En estas frecuencias abundan los programas de cabezas parlantes. Horas y horas llenas con diálogos, conversaciones o entrevistas grabadas en un foro, con opiniones alrededor de diversos temas, en particular sobre política. Algunos, como los mencionados, son relevantes por sus conductores y la profundidad que consiguen; otros no adquieren mayores alturas por los temas y su tratamiento, en particular los que llevan harta carga ideológica y son más proselitistas que densos.

La barra de canales culturales mexicanos es un contrapeso extraordinario a la televisión comercial. Aquí hay espacio para la reflexión y el pensamiento, no sólo para el espectáculo y el entretenimiento. En conjunto la oferta es valiosa. Sin embargo, la televisión cultural nacional queda lejos de los alcances y la diversidad de Arte, que es tal vez el mejor canal cultural del mundo.

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