Compañera perfecta: ten cuidado con lo que crees merecer

A juzgar por lo que vimos hace dos años en No te preocupes cariño (Don’t Worry Darling, 2022) de Olivia Wilde y ahora en Compañera perfecta (Companion, 2025) hay dos asuntos que al parecer van de la mano y que, juntos, surgen a la superficie: la incapacidad de ellos para conseguir la atención (y el respeto), como parejas, de ellas y las truculencias tecnológicas de las que están dispuestos a echar mano para tener una compañera. A juzgar por estas dos cintas, ellos añoran las novias que se afanan en halagarlos y atenderlos incondicionalmente. Y si los tiempos no son propicios o las capacidades para lograrlo no alcanzan, la tecnología proveerá. ¿Será?

NOTA: en adelante habrá más de un espóiler. Sigue leyendo bajo tu propio riesgo…

Compañera perfecta es el primer largometraje de Drew Hancock, quien tiene un pasado atendible en la televisión. El guión, también de su autoría, acompaña a Iris (Sophie Thatcher), una joven que confiesa vivir en la grisura hasta que conoce a Josh (Jack Quaid). En adelante ella vive para complacerlo mientras él es desconsiderado y hasta grosero. Su relación cambia en una reunión con amigos de él que tiene lugar en un aislado paraje boscoso y después de que Iris –y nosotros con ella– descubre que es un robot.

Hancock apuesta por un estilo que constantemente presenta dosis de extrañeza: desde la actuación de ella (su dulzura luce poco natural) hasta el tratamiento de algunas situaciones que se presentan con naturalidad a pesar de su singularidad (como la que aparece en el tráiler, en la que un brazo de ella es quemado sin que ella oponga resistencia). Más que apostar por el registro romántico hay deslices frecuentes al thriller y al humor negro, sobre todo en el último tercio de la película.

Hancock retoma una de las funciones de los humanoides de Blade Runner (1982) de Ridley Scott: el Nexus 6 –que también es capaz de experimentar emociones gracias a lo que se siembra en su memoria– diseñado para proveer placer. Pero ahora tenemos un acercamiento “desde adentro”: el cineasta apuesta por seguir los eventos desde el punto de vista de Iris, lo cual es provechoso para incrementar el disgusto del trato que recibe de Josh y la sorpresa de la revelación de su condición. Es pertinente, además, para tomar distancia con las motivaciones y la personalidad de él. Así las cosas, al final es probable que aparezca cierta simpatía por ella y seguro desprecio por él.

Al final hay una serie de simplificaciones (la inteligencia es una cuestión de procesamiento de datos y los afectos dependen de ella; la complacencia incondicional al otro es consecuencia de la falta de inteligencia) y cobra relevancia la miseria humana (que aquí es cortesía principalmente de ellos). Acaso el comentario más pertinente es el que pasa por el merecimiento. La mediocridad de Josh es inocultable; sus logros en la vida parecen nimios. Pero él cree merecer todo aquello que ofrece la sociedad de consumo, como el placer, y se cree merecedor de una compañera que lo complazca; del amor mejor ni hablamos. (Actualmente todo mundo se cree merecedor de todo lo que quiere poseer –porque lo que se merece se puede poseer–, por el simple hecho de existir: no está dispuesto a “trabajar” por ello, por lo que no es inhabitual que se lo procure por vías cuestionables.) Entonces renta un robot que le provea el placer, la atención y el afecto que es incapaz de obtener de otro ser humano por méritos propios. Algo similar a lo que sucede con la piratería: si no se puede comprar el producto original no faltará la empresa china que lo confeccione por un precio accesible que pueda ser pagado por quien cree merecerlo.

Calificación 65%
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