Charlie Brown se ve bien animado

Aunque no nos llegaron todas las animaciones maravillosas que circularon por el mundo en 2015 (en particular quedó un pendiente: la brasileña El niño y el mundo), la cartelera comercial local acogió una apreciable diversidad de propuestas. Y con Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película (The Peanuts Movie, 2015) la animación cerró un año extraordinario.

Dirigida por Steve Martino (responsable de Horton y La era del hielo 4), la cinta acompaña a los famosos personajes de la tira de Charles M. Schulz: Charlie Brown, a quien nada parece salirle bien; Snoopy, su canija mascota canina; la corrosiva Lucy; el cándido Linus; la relajada Sally, etc. Todos ellos ven alterada su cotidianidad cuando se muda una nueva niña al vecindario. Charlie busca acercarse a ella, pero su timidez y su aparente torpeza representan obstáculos difíciles de superar. Por su parte, Snoopy, su mascota-amigo, fantasea con conquistar a una perra amenazada por el pernicioso Barón rojo.

Peanuts 1

Martino entrega una colorida cinta en animación tridimensional que en general respeta la propuesta de Schulz, misma que remite a situaciones más o menos cotidianas, sobre todo las que tienen lugar en la escuela y en la calle, donde los amigos se reúnen para jugar. El cineasta emula al caricaturista no sólo en las aventuras que se presentan, sino incluso en los tamaños de plano, que son similares a los utilizados en la tira. En la película crecen los diferentes personajes con breves pinceladas y a partir de una serie de viñetas: si bien el largometraje tiene un hilo conductor, avanza a partir de escenas que remiten a lo expuesto en una tira, cada una de las cuales “tiene su chiste”. De esta forma funciona “en corto” y “en largo”. Bastante bien, justo es subrayar.

Peanuts 2

En Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película el humor es proporcional al ingenio. Con frescura se asoma a la cotidianidad y hace visible lo extraordinario que puede caber en ella. Exhibe la frivolidad de la sociedad, dispuesta a aplaudir sin reparos a los que considera que han alcanzado lo que en ella se ha definido como éxito. No obstante, su mayor valor está en el enaltecimiento de la coherencia y del valor de ser fiel a sí mismo. Esto da pie a lo que es acaso el apunte más sustancioso: el peso de las percepciones. Así, donde uno ve a un perdedor otro ve a alguien que posee grandes virtudes. Los otros, por medio de ese filtro perceptivo, influyen en la autoestima… para bien y para mal. Así los Schultz (en el guión participaron un hijo y un nieto de Charles M.) y Martino hacen caer más de un prejuicio y nos invita a replantearnos la forma como apreciamos a los demás. Con ligereza y con agudeza, con candidez pero sin ingenuidad.

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