El apostador (The Gambler, 2014) es el cuarto largometraje del inglés Rupert Wyatt, quien obtuvo merecido reconocimiento por su entrega anterior, El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, 2011). Ahora ha recibido abundantes reproches. Merecidos, bastante merecidos, justo es anticipar.
Wyatt sigue la debacle de Jim Bennett (Mark Wahlberg), un junior que se gana la vida como maestro de literatura y cuya crisis crece cuando muere su abuelo. Es un jugador sin límites, tan temerario como torpe, que al final pierde hasta lo que no tiene: su situación empeora cuando no sólo pierde en en el casino de un coreano, sino que pide dinero prestado a un mafioso negro. Su vida, entonces, corre peligro. Aparentemente es lo que quiere, hasta que sin buscarlo involucra a personas que parece que sí le importan.
Wyatt sigue a un personaje empeñado en hacerse daño. Es hijo de una familia burguesa y según nos dicen dejo constancia de su talento literario en un libro que publicó años atrás. Su mayor conflicto, además de con él mismo, es con su madre (Jessica Lange), quien ya lo ha sacado de más de un aprieto pero parece poco dispuesta a seguir ayudando a su chamaquito. ¿Por qué se afanaría en hacerse la vida difícil alguien que ha tenido una vida fácil? Quién sabe. Al menos yo no terminé de enterarme por qué el ocioso Jim quería hacer demostraciones de masoquismo. Al final tampoco me importó mucho: es un personaje que sólo sacude la indiferencia para hacerse odioso, porque es bastante sangrón.
Tal vez todo esto no sería tan grave si no hubiera algunas agravantes. Wyatt es sumamente pretencioso y nos receta una retahíla de diálogos que se quieren inteligentes pero son puro artificio vacío. Explora la genialidad y con Jim invita a los que no gozan de ella a que guarden silencio (propuesta que se apreciaría si comenzara por él mismo); parece mostrar respeto por la intensidad pero lo expuesto da bastante flojera. Y aún hay más. Wahlberg es un miscast (el rol nomás no le entra ni con calzador) que hace más odioso a su personaje. Si en películas de acción es más o menos soportable porque habla poco, en El apostador cada que abre la boca acrecienta la antipatía. Y su verborrea es abundante. Así las cosas, la apuesta de Wyatt es bastante fallida. Y si no queda en bancarrota total es por la participación de John Goodman, quien aporta algo de gracia desde un personaje que parece Buda de sauna y también es un mafioso.
https://www.youtube.com/watch?v=cKU0Lp2DUEw
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