¿Qué es una buena película? I

A lo largo de la más reciente edición del festival de Cannes se posicionaron como favoritas algunas películas. Después de la premiación se pudo constatar que ninguna de ellas confirmó las predicciones. Este escenario se puede observar cada año en ese festival; lo mismo sucede en otros eventos de esta naturaleza. La explicación se hace evidente apenas se observa que las “postulaciones” las hacen unos y las decisiones están en manos de otros. Las favoritas logran ese estatus a partir de los comentarios que hace la prensa cinematográfica, principalmente los críticos, cuya labor consiste, en el mejor de los casos, en analizar y evaluar; las premiaciones son decisión de un jurado compuesto esencialmente por personalidades que se dedican a hacer películas –directores, actores, productores– y son encabezados habitualmente por un presidente que goza de gran prestigio (este año el rol estuvo a cargo de George Miller, responsable de la franquicia Mad Max).

La premiación inconformó a los críticos. Leonardo García Tsao publicó después de la ceremonia de clausura un furibundo texto titulado “Gana la corrección política, pierde el cine” en el que anota que “el jurado suele contradecir la opinión de la crítica, pero lo sucedido en esta ocasión fue ridículo”. Añade: “Lo que le hicieron al autor de Bacalaureat, el rumano Cristian Mungiu, fue el colmo. Hacerlo compartir el premio a mejor director con el francés Olivier Assayas, por su fantasmal Personal Shopper, la primera película abucheada en este festival, sólo puede calificarse de grosería.” Más adelante subraya que la actriz Isabelle Huppert fue víctima de un “ninguneo escandaloso”, y que lo peor fue la entrega del Grand Prix a Juste la fin du monde, “el histérico sicodrama del niñato canadiense Xavier Dolan”. Censura de especial manera la palma de oro otorgada a Ken Loach, quien ya había ganado ese premio con Vientos de libertad, una película “que hoy nadie recuerda” y que en su momento también fue cuestionada.

Dolan

¿Los jurados en Cannes obedecen a alguna consigna? ¿Los organizadores “les dan línea” o los invitan a ser sensibles a los tiempos, como sugiere la “corrección política” a la que alude García Tsao? ¿O son sensibles por convicción y buscan desde su posición hacer una declaración al mundo? Dudo mucho que los jurados se sometan a designios de la organización del festival. La diferencia entre lo que los críticos postulan y los jurados premian está, presumo, en los presupuestos de los que parten unos y otros. A todos se proyecta, por supuesto, la misma película, pero no creo que vean la misma película. Y en caso de ser así, críticos y jurados valoran aspectos diferentes. Lo mismo sucede con las preferencias del público. De ahí que muy rara vez coincidan los premios que otorgan críticos, jurados y público.

Si no hay forma de coincidir, sí la hay de dejar claridad sobre lo que hace buena una película para unos y otros. ¿Desde dónde se hacen las valoraciones? ¿Cuáles son los parámetros o criterios que imperan al momento de hacer una calificación? A menudo se hace desde el gusto (me gusta=buena; no me gusta=mala), pero ¿es conveniente y suficiente evaluar desde ese criterio? Para reflexionar sobre estos asuntos cinexcepcion.mx convocó las voces de un grupo de realizadores, periodistas, críticos, estudiantes, todos cinéfilos, todos amigos del blog. Con esta entrega inauguramos una serie que no tiene desperdicio, y que, esperemos, dé mucho que pensar.

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Paulina Rebollar, Estudiante de Comunicación y Artes Audiovisuales

¿Qué hace a una película buena? Que por un momento te olvides que es una película, que verdaderamente te impacte, te conmueva, te preocupe, te haga feliz, te haga sentir triste… Es cuando no puedes dejar de pensar en la película aún después de que acabó. Es cuando te despiertas al día siguiente de haberla visto y recordar la película viene acompañado de un sentimiento, y la recuerdas como una experiencia. Y es cuando, cada que la vuelves a ver, te das cuenta de aspectos técnicos y detalles tan bien pensados y a veces sutiles que al principio no notaste por lo increíble que era la historia por sí misma.

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Carlos Enrique Orozco, profesor universitario y cinéfilo amateur, 58 años

El ciudadano Kane en Casablanca

Con este título trato de sintetizar lo que pienso sobre las buenas películas o mejor dicho, las cintas que más me gustan y por qué. Nunca había reflexionado a fondo sobre este tema y la provocación que mandó Hugo –en forma de encuesta– con la pregunta central, ¿qué es una buena película?, me llevó a ubicar, repasar y cuestionar mis gustos cinematográficos. ¿Es todo subjetividad, gusto ?, es otra de las preguntas y para empezar creo que tengo una respuesta más o menos clara. Estoy convencido que la recepción de una obra artística requiere de dos componentes; uno objetivo, –la obra en sí misma– y el subjetivo, la persona que recrea la obra en su imaginación. Ambos dependen, en cierta forma, del contexto histórico. Lo que puede ser valioso en una película, como por ejemplo, la narrativa del Ciudadano Kane por medio de flashback fue muy innovadora en 1941, pero ese mismo recurso en 2016 ya no es novedoso, por lo que tiene que justificarse en la trama. Esto me lleva a reconocer como películas valiosas, las que tienen una propuesta solvente en términos técnicos y que buscan innovar algún aspecto de la narrativa, edición, fotografía, banda sonora o trabajo actoral. Me gustan porque detrás de ellas hay un director, guionista o un equipo que se arriesgan por ser creativos y originales. Puedo citar como ejemplos recientes y de directores mexicanos, Gravity por el despliegue técnico mostrado por Cuarón en los primeros minutos de la cinta o el falso plano secuencia utilizado por González Iñarritú en Birdman. Por cierto, recurso “inaugurado” por Hitchcock en 1948 con La soga. Reconozco la calidad de este tipo de filmes, pero no los suelo ver muy seguido, dos o tres veces a lo sumo. En cambio, hay películas que no me canso de ver y que disfruto cada vez que las veo de nuevo. El ejemplo obvio es Casablanca. Son cintas que no buscan sorprender a los críticos, ni deslumbrar a la audiencia conocedora, pero se trata de historias muy bien contadas y en las que todos los elementos presentes en una obra cinematográfica (las que son motivo de categoría en la entrega de los Oscar) están en su lugar y momento. No quiero dejar de mencionar que también hay películas que me gustan porque responden a ciertas condiciones personales en el momento en que las veo. Tal fue el caso de París, Texas, que me tocó verla en medio de un viaje solitario durante un par de meses. Creo que si la hubiera visto en las condiciones habituales de mi vida cotidiana no me hubiera impactado tanto.

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Francisco Payó González, Cineasta, 40 años

¿Qué hace buena una película? Algo básico es que la película no te deje indiferente, y sobre todo que la quieras ver más de una vez. Claro que puede haber películas muy buenas y que no se antoje ver de nuevo muy pronto, por las razones que sean, pero por lo general una buena película no es una relación de una sola cita.

¿Hay parámetros objetivos? Sí, pero dichos parámetros objetivos están totalmente condicionados por el grado de cultura cinéfila, experiencias de vida, oficio, necesidades personales, poses y hasta «parámetros objetivos» de distintos grupos, tendencias, épocas. Habrá quien considere que hay sobrados parámetros objetivos para admirar y respetar a gente como Tony Scott o John Carpenter, por ejemplo, y habrá quien crea tener todos los parámetros objetivos de su lado para menospreciarlos y en cambio caer en éxtasis frente a otro tipo de clichés que en su círculo cercano o actual sí son bien vistos. Para bien y para mal, la diversidad está por encima de cualquier objetividad.

Lógicamente hay grandes películas que destacan y destacarán siempre, así como habrá gente que se sienta «obligada» a repetir como loros que de tal saga sólo les gusta «la primera porque es más artística y casi no se ve el monstruo» o «la segunda porque en esa los buenos pierden», o a decir que «Hitchcock es el maestro del suspenso» aunque el verdadero suspenso es adivinar cuándo fue la última vez que vieron una película suya.

¿Es todo subjetividad, gusto? El cine genera una relación tan apasionada e íntima con el espectador que puede haber «malas películas» que marquen su vida para siempre y «obras maestras» que pueda uno morir tranquilo sin necesidad de verlas jamás. Tampoco es raro que espectadores «cultos» no comprendan joyas del cine B y otros géneros «poco serios» o «que no hacen pensar» y que después sean estas las películas que cambien realmente la historia del cine y marquen a las nuevas generaciones de creadores.

Nunca he sido de los que apenas salen de la sala y ya están poniéndole números o estrellitas a las películas, pero sin duda cuando una película te gusta mucho la mejor recomendación que puedes, o te pueden hacer, es transmitir, o transmitirte, las emociones que dicha película provocó. Cuando alguien te dice que X película «es muy buena» pero se nota que en el fondo no le dejó nada o que sólo la vieron para cumplir con algún requisito académico, laboral o un compromiso personal, hay que evitar dicha película como la plaga.

¿De qué depende que una película se ubique en una categoría o en otra? De nuevo, interviene mucho la cultura cinéfila –que es completamente variable de una persona a otra –y la misma vida o momento en la vida de cada persona. Por ello no es extraño que haya películas de las que la gente diga «no quiero verla de nuevo por miedo a que ya no me guste».

Ejemplos de buenas películas:

10 ejemplos, algunos títulos los puse en inglés para no confundirlos con títulos homónimos de otras fechas o porque los cinéfilos las ubican mejor por su título original:

Casablanca (1942), Erase una vez en el Oeste (1968), El Padrino (1972), Tarde de Perros (1975), Dawn of the Dead (1978), The Deer Hunter (1978), Volver al Futuro (1985), Aliens (1986), Goodfellas (1990), El hijo de la novia (2001)


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