Neruda : retrato del poeta como autor de novela policial

Una semana después del estreno de Jackie (2016) llega a nuestras pantallas otra película del chileno Pablo Larraín, la que realizó justo antes: Neruda (2016). Así, dos películas de Larraín conviven en la cartelera comercial (porque Jackie sigue, agarrándose con las uñas). Inaudito.

Neruda acompaña al poeta epónimo (interpretado por Luis Gnecco) a partir de 1948. El poeta es entonces senador de la República y su postura comunista genera la incomodidad presidencial. Al grado de que se comisiona a 300 policías, encabezados por Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal), para buscarlo y encarcelarlo. Y mientras el poeta huye, va dejando pistas a su perseguidor.

A diferencia de Jackie, que en buena medida se inscribe en los terrenos del cine biográfico (o biopic), Neruda es un ensayo lúdico que toma como referencia a la poesía para explorar al poeta desde más de un género cinematográfico: la cinta va de la comedia ligera con toques realistas al cine negro con humor, y con algunos atisbos a la fantasía transita por la ruta del cine del camino (road movie). Larraín tiende un puente con ese ánimo onírico, a medio camino entre la crudeza de la realidad y la ligereza de lo irreal, que caracteriza al cine de dos compatriotas suyos: Silvio Caiozzi (Coronación, La luna en el espejo) y Raoul Ruiz (Misterios de Lisboa, Tres vidas y una sola muerte). En algunos pasajes la paleta de colores tiende al morado, en otras se presenta sin filtro y las escenografías van de la opulencia a la precariedad. El registro exhibe a la burguesía de filia comunista y al pueblo que dice representar. La contradicción queda clara desde el inicio y Larraín emprende una crítica, se diría que lanza fuego amigo. La cámara, por su parte, se mueve con gozo y en diversos momentos propone viajes alrededor de Neruda, estrategia que más que un recurso facilón (hoy, que parece un requisito realizar un “travel 360”) termina siendo una herramienta metafórica, pues muestra cómo la trama y Chile lo tienen como eje.

Larraín comenta en una entrevista concedida a la agencia EFE (http://www.efe.com/efe/america/entrevistas/pablo-larrain-de-neruda-se-ha-escrito-mucho-pero-sabe-bien-poco/50000489-3012101#) que si bien se habla y se escribe mucho sobre Neruda, es poco lo que se sabe de él. Esto le ofrece un margen de libertad para abordar su intimidad. Neruda, afirma, “era un hombre inasible, imposible de definir ni de meter dentro de una película. Es por eso que más que hacer una biografía de tomo y lomo hemos intentado crear una película sobre el universo que el poeta imprimió en su obra. Más que un filme sobre Neruda hemos creado un largometraje que habla de lo nerudiano».

Para ello adopta paradójicamente el punto de vista del policía, quien conduce el relato al modo de las películas del noir. Entre ambos se establece una variación del juego del gato y el ratón, pues el ratón deja pistas para que no dejen de seguirlo. Al concebir un marcaje personal, Peluchonneau realiza un perfil del poeta (a veces a plena luz, a menudo a contraluz), y termina perfilándose a sí mismo. En este personaje Larraín propone de entrada una extensión del protagonista de Tony Manero (2008) –y de algunos personajes que aparecen en Post Mortem (2010), No (2012) y El club (2015)–, que se definen por ser irreflexivos y reaccionarios, que salen de su abulia con propósitos mezquinos y son insensibles a la injusticia social. A partir de él, “un hijo de cortesana, un hijo de infección venérea” (como él mismo se define) y las contradicciones de Neruda (un tipo lúbrico que “sale a tomar” aire en los burdeles, que es capaz de encantar a las mujeres y que, consciente de ser el personaje que es, gustoso ofrece performances) aparece un comentario de proporciones sociológicas sobre la contrastante realidad chilena, en la que se manifiestan gestos de heroísmo pero también rasgos de abyección.

La crítica es una vez más rigurosa, lúcida. Sin embargo, en Neruda Larraín propone una especie de conciliación al abrir una posibilidad al cambio. Muestra cómo la poesía es capaz de engendrar vida incluso en un policía y cómo el ser humano humilde, anónimo (el pueblo, pues) necesita al poeta tanto como éste necesita al pueblo. Propone algo cercano a la utopía: alrededor de Neruda es posible alcanzar la ¿inalcanzable? unidad chilena.

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