Misión: imposible, nación secreta logra lo que parecía una misión imposible

Cuando apareció Misión: imposible (Mission: Impossible, 1996), la primera película inspirada en la serie de televisión –que hizo su aparición a mediados de los años sesenta– no sólo recibió malas críticas, sino que fue incluso objeto de burlas. Esa respuesta era desproporcionada: ciertamente Brian De Palma, el responsable de la realización, no entregó una obra maestra –es notable la falta de punch–, pero su película tampoco fue un desastre. A pesar de la mala recepción, no obstante, cuatro años después apareció la secuela: Misión imposible 2 (M.I.-2, 2000) fue dirigida por uno de los genios de la acción, el chino John Woo, cuyas maravillas con la cámara no alcanzan a ocultar la vacuidad del guión. Para el tercer rollo fue convocado J.J. Abrams, quien no es precisamente un virtuoso, pero cabe ubicar su labor por encima de la media. Mejores cuentas entregó Brad Bird en la cuarta parte, sin ser verdaderamente memorable. Este pasado hacía impensable un salto sustancial en la franquicia. Sin embargo, es lo que sucede con el quinto título de la serie.

Misión imposible 2

Misión: imposible, nación secreta (Mission: Impossible – Rogue Nation, 2015) es el tercer largometraje como realizador de Christopher McQuarrie, quien ha colaborado como guionista –rol que también tiene en la cinta de marras– en más de una ocasión con Bryan Singer (como en Sospechosos comunes y Valkiria, entre otras). La historia sigue las contrariedades de Ethan Hunt (Tom Cruise), lo mismo en Londres que en Viena y Casablanca. Sigue las huellas de una poderosa organización criminal conocida como “el sindicato”. Su camino se cruza con Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), una agente que es tan bella como hábil, pero que es sospechosa de trabajar para el sindicato. Para Hunt las cosas se complican porque el jefe de la CIA solicita la desaparición del FMI (Fuerza de Misión Imposible) y el apoyo que recibe es limitado.

Misión imposible 5

McQuarrie imprime a su relato un ritmo frenético y propone una puesta en cámara tan elegante como funcional. Así alcanza momentos espectaculares; en particular en un par de persecuciones en las que alterna puntos de vista inusuales (sobre los vehículos, cenitales) y son verdaderamente sorprendentes: provocan abundantes dosis de adrenalina. Hacía mucho tiempo que no veía un registro de la acción con tal claridad y virtuosismo. Además, con la luz del veterano Robert Elswit (cinefotógrafo de cabecera de Paul Thomas Anderson) matiza y sugiere estados de ánimo, establece nexos entre personajes y subraya los peligros por venir. Es particularmente notorio, en este rubro, la persecución final bajo la bruma londinense, que trae a la memoria uno de los hitos del cine negro: El tercer hombre (The Third Man, 1949) de Carol Reed. (Otra secuencia es un homenaje a Alfred Hitchcock, a El hombre que sabía demasiado y su asesinato en el teatro, en pleno concierto.)

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Tantas maravillas conviven con el habitual despliegue físico del presuntuoso Cruise y empujan una temática que pasa por la denuncia de los servicios de inteligencia y sus actividades cuestionables. Va incluso más lejos y apunta que las fechorías terroristas son perpetradas por miembros (o ex miembros) de las organizaciones secretas que en principio están destinadas a combatirlas. Por otra parte subraya la terquedad necesaria para conseguir lo que se cree correcto, que aquí es una forma de obtener la libertad. También explora la necesidad de los otros y el valor de la amistad, aun para los que son tan chichos como Hunt. McQuarrie muestra que la confianza es la cortesía del espía: éste vive permanentemente bajo sospecha y sospechando de los demás, por lo que permitir que alguien ingrese a su círculo de confianza es verdaderamente excepcional. En la ruta hay momentos de crueldad, pero son pocos y nos evitan sus consecuencias desagradables; al final se impone cierta ligereza, cortesía de las abundantes dosis de humor. Así, Misión: imposible, nación secreta presenta un balance positivo de acción, drama y humor, y logra lo que parecía una misión imposible para la franquicia: es una película redonda.

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    Calificación – 75%
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