Avenida Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, 2016) reutiliza, para bien y para mal y a modo de promoción, la fama de la que aún goza Cloverfield (2008). Es una propuesta que también se inscribe en el terror, pero no del todo; transita además por derroteros genéricos diferentes.
Avenida Cloverfield 10 es una producción de J. J. Abrams y es el primer largometraje de Dan Trachtenberg. Sigue los pasos de Michelle (Mary Elizabeth Winstead), quien después de abandonar a su pareja, emprende un viaje, sufre un accidente en carretera y pierde el conocimiento. Cuando lo recupera descubre que está esposada y ha sido secuestrada por Howard (John Goodman). Después cae en la cuenta de que está en un refugio: su celador le informa que en el exterior hubo un ataque (extranjero o alienígena) y que su seguridad depende de la permanencia en ese lugar. Howard es por momentos amable, pero ella, no sin razón, desconfía.
Trachtenberg propone una puesta en cámara convencional y se olvida del registro de falso documental del Cloverfield original. Imprime algunos toques de elegancia a la fotografía, de tal forma que de entrada nada hace pensar en el terror por venir. Éste aparece de forma sorpresiva en el accidente, pero en adelante se dosifican las sorpresas y el miedo y más bien se instala en el refugio una dinámica casi familiar. El cineasta consigue instalar, sin embargo, una tensión constante, empujada por la desconfianza que surge de la convivencia forzada en el interior (situación que trae a la memoria La habitación). Si Howard miente, el exterior es una posibilidad deseable, pero luego descubrimos que tenía razón, y entonces la fuga no representa necesariamente la salvación: el peligro acecha por todos lados. Hasta aquí las cosas avanzan de buena manera como un thriller psicológico.
Trachtenberg acompaña a una joven que vive un proceso de transición, que decide dejar de huir de sus problemas, que está dispuesta a hacerse cargo de sí misma y pelear por lo que quiere. Pero fuera de esto, la cinta navega en el vacío, como sucede con la mayor parte del terror actual. Como buen debutante –y como sucede con el terror convencional–, Trachtenberg utiliza la música de manera frecuente y machacosa. Es, en su caso, un apoyo acaso necesario para hacer avanzar una historia que en lo visual no termina por generar muchas emociones. La aparición de los extraterrestres (La habitación encuentra a Alien), la acción y el terror que esto acarrea, no termina por aportar mayor sustancia. Al final uno no puede quejarse por la falta de entretenimiento: hay material suficiente para mantenerse ocupado a lo largo de los 100 minutos de duración de la película. Pero ésta, me temo, se agota en el buen uso de las convenciones de diferentes géneros y no termina por profundizar los temas que esboza.
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