A los ojos: la ética comienza en la mirada

La filmografía del joven realizador mexicano Michel Franco, conformada por cuatro largometrajes y un corto, es de una brillantez admirable. Desde Daniel y Ana (2009), su ópera prima, ha dejado ver una solvencia formal y una ambición temática que se han ido consolidando en sus entregas posteriores, Después de Lucía (2012) y El último paciente: Chronic (2015). A los ojos (2016), que fue presentada en la edición de 2013 del festival de Morelia, es una película con aliento experimental. Acaso por eso por allá no tuvo una buena recepción; después la cinta ha sido prácticamente invisible. Pero es una película que tiene lo suyo…

En A los ojos Michel comparte el crédito de la realización con su hermana Victoria. El argumento da cuenta de las actividades de Mónica (Mónica del Carmen), una madre soltera que hace trabajo social con niños de la calle. Su hijo padece una enfermedad en los ojos y está perdiendo la vista, por lo que es imperioso que se realice un trasplante de córneas. Pero la lista de espera es larga y el mal avanza con celeridad, por lo que Mónica decide tomar una decisión extrema.

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Los Franco proponen una mezcla de ficción y documental. El guión se escribió conforme avanzaba el rodaje, que se llevó dos años. Los cineastas insertan en espacios y situaciones reales a la actriz principal; el resto de los personajes son interpretados por actores que no son profesionales. Asimismo vemos dos acercamientos: con largos planos fijos en escenas controladas (lo que impone un ánimo contemplativo) y con cámara en mano y movimientos en la calle (con cierto frenesí). En todo momento se impone una fotografía de corte naturalista: la luz proviene de las fuentes que son perceptibles en los espacios. En todo momento cobra relevancia el peso de la clase social: el lumpen, conformado aquí en su mayoría por jóvenes adictos que viven en las calles, en espacios miserables; la trabajadora social habita un departamento, y si no vive en la opulencia tampoco le falta lo mínimo necesario para atender a su hijo.

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El statu quo ofrece más que un paisaje de fondo, pues condiciona lo que pasa e influye en las decisiones que toma principalmente Mónica. Una de las aristas terribles de la miseria de los chicos de la calle es que no se hacen cargo de su existencia, ni siquiera se lo plantean; su ambición es sobrevivir. Los Franco amplían “el campo de batalla” temático que Michel había explorado en Daniel y Ana y Después de Lucía. En todas sus películas –incluyendo Chronic– aparecen familias conformadas por individuos indiferentes o con algún impedimento emocional para ocuparse de buena manera de las necesidades de los otros miembros; la familia ha perdido cohesión y deja de ser un apoyo tangible, a veces está en el origen del mal. En todas sus historias el cineasta lleva a sus personajes al umbral en el que la concepción del otro está en juego. En Daniel y Ana los hermanos se convierten en objetos sexuales. En Después de Lucía el bullying es un síntoma de un mal mayor: el acosador deja de considerar al otro como persona, de ahí que lo pueda maltratar y divertirse con ello sin mayores remordimientos; y no sólo eso, sino que lo convierte en algo desechable. En Chronic el enfermero vive una paradoja, pues ocuparse del otro supone tomar decisiones terribles (y él, que se ocupa de los demás, luego padece la indiferencia). El interés de Franco cabe en el campo de la ética e invita al espectador a reflexionar sobre el papel del otro, en tiempos en que con facilidad se reduce al otro a una condición, a menudo para despreciarlo, ningunearlo (de ahí que se cuelguen etiquetas y se nulifique al que se le endosan: en política, los “peñabots”, “los pejezombis”; en religión ser creyente hoy es considerado por algunos como no ser inteligente). El otro deja de ser digno de atención y respeto. En A los ojos los Franco muestran una realidad incómoda; llevan las cosas a extremos que resultan desagradables, incluso insoportables. La mezcla de documental y ficción no cuaja del todo, es cierto, pero que ofrece momentos valiosos; alcanza para mostrar un paisaje que revela y rebela. Y da mucho que pensar.

Wim Wenders decía que “la política, la política más importante, es la que se hace con los ojos”. Los Franco en A los ojos, lo confirman.

 

Entrevista con los Franco sobre la película

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